Parecen mujeres comunes y corrientes, sin embargo en el vecindario o en la escuela rápidamente se puede identificar a las malas madres. Los chicos andan con zapatillas gastadas, o guardapolvos mal lavados o planchados, o tienen piojos, que suelen ser tan contagiosos, o comen con avidez la merienda escolar, cuando la hay, porque evidentemente tienen hambre.