Desarrollo Humano y Revolución
La idea de recalcar lo humano tiene que ver con caracterizar el momento histórico de esta fase del capitalismo como una suerte de idolatría del dinero. Y del dinero no ya como medio de cambio únicamente, sino en sí mismo. La acumulación en sí misma. El desarrollo, el crecimiento, el mal desarrollo, o el subdesarrollo en este sistema está centrado en el dinero. Lo que mueve la rueda.
El norte, lo que ha puesto este sistema como norte hegemónico, institucionalizado incluso, es la acumulación de dinero. Y así, las democracias occidentales tienen sus economías basadas en la maximización de la ganancia y la búsqueda del bienestar y la prosperidad medidas únicamente en términos monetarios.
La propuesta de Desarrollo Humano (integral), como cualquier propuesta humanista en el siglo XXI, es necesariamente revolucionaria porque implica cambiar el eje de rotación del mundo. Un mundo que gira alrededor del dinero, que pase a girar alrededor del ser humano.
El concepto tiene distintos afluentes. Uno puede buscar, por ahí, los primeros en el humanismo renacentista europeo. O si se va un poquito más atrás, en el primer cristianismo. Después se fue nutriendo con las propuestas revolucionarias del siglo XIX, del siglo XX, que también buscaban convertir una sociedad que cada vez se iba ordenando más en torno a la acumulación de capital en una sociedad donde primaran los valores humanos.
En el siglo XXI, con la globalización tecnocrática, es decir esta alianza que hay entre la alta tecnología y las finanzas, que constituyen una suerte de gobierno mundial no declarado y que cada vez van mostrando más como están encima de la política, es decir, han secuestrado a las democracias, y que uno ve que sus cotizaciones bursátiles, paradójicamente, crecen cuando al resto le va mal, pensar en el desarrollo humano es, efectivamente, pensar en un modelo contrahegemónico y contracultural.
Pero les estaba contando un poco los afluentes. En América Latina la CEPAL es un elemento importante y hay una influencia muy fuerte del pensamiento social de la Teología del Pueblo, de la Teología de la Liberación y del pensamiento social del Papa Francisco.
El Desarrollo Humano Integral es el desarrollo de todas las personas y de toda la persona, en sus múltiples dimensiones. Es decir, no solamente como consumidores. Y el pensamiento de Francisco está muy vinculado a eso. Y el pensamiento de Francisco no es solamente lo que surge de su cerebro, no es únicamente parte de la tradición cristiana. Es un pensamiento que está nutrido profundamente de los movimientos populares, en particular latinoamericanos.
El concepto de Tierra, Techo y Trabajo, como sujeto social y como programa político, que Francisco lo toma de los movimientos populares y lo pone en la agenda pública mundial, es un planteo revolucionario, porque nos habla de un sujeto que son los sin tierra, que son los sin techo, que son los sin trabajo. O porque no lo tienen, o porque lo tienen en calidad y cantidad insuficientes para la vida. Pero también nos habla de un programa de transformaciones, que es la reforma agraria, que es la reforma urbana, que es la economía popular, o una economía mixta con un fuerte énfasis en la capacidad del Estado de planificar y de las organizaciones libres del pueblo de ejecutar.
Eso es un poco el bagaje que hay detrás de la idea de Desarrollo Humano Integral y, desde luego, requiere de un proceso de cambio de carácter revolucionario. Me voy a detener un poco en esto. Qué es desarrollo humano integral en la Argentina, por lo menos.
Repoblar la patria y crear trabajo
Vamos a poner dos ejes, solamente dos ejes. Repoblar la patria y crear trabajo. Y uno ve acá, por ejemplo, en Misiones, que es la provincia que tiene el mayor porcentaje de población campesina, de agricultores familiares, de pequeños productores de toda la Argentina, cómo va avanzando la frontera del agronegocio.
Nuestra respuesta es de naturaleza defensiva. Es plantar bandera, si se quiere, frente a la ofensiva de Arauco, frente a la ofensiva de empresarios más locales, si se quiere, y frente al peligro de la penetración del monocultivo de la soja. Que, con su valor internacional, es la miel que atrae de manera casi irresistible a los que idolatran el dinero y son capaces de llevarse puestos el bosque nativo, el monte, las comunidades que viven en ese ecosistema. Tenemos una estrategia, una política defensiva, que nos impide, tal vez y a veces, frenar el éxodo rural o, si se quiere, el repliegue de los pueblos, para darle lugar al agronegocio.
En una Argentina que tiene únicamente el 7% de su población en el campo es evidente que hay un proceso de acaparamiento de la tierra por parte no sólo de la oligarquía terrateniente tradicional, sino de las nuevas formas de agrocapitalismo. Repoblar la patria, ir hacia un esquema de 30 o 35% de población en áreas rurales, requiere un combate brutal contra las fuerzas del agronegocio, del saqueo, del extractivismo, de la destrucción del ambiente. Requiere un Estado con una capacidad de planificación que lo pondría nuevamente en el rol de poder intervenir realmente en la economía. Porque sería un Estado que debe hacer un esquema de transporte, por ejemplo, que no sea únicamente para las mercancías de exportación sino también para los seres humanos. Debería hacer obras de infraestructura muy importantes, que requieren redireccionar la renta del sector más pujante de la economía argentina, que es el agro-minero-exportador. Y requiere otro tipo de Estado.
Poblar la patria y crear trabajo requieren de un proceso de transformaciones revolucionario. No se puede hacer en el marco de este sistema socioeconómico, y de este sistema de gestión gubernamental que pareciera no ser más que un gerenciamiento de la miseria del capital.
Y si agarramos el otro eje, crear trabajo, cualquier análisis sensato de la dinámica del mercado laboral en los países dependientes, pero también en los países con desarrollo capitalista avanzado, muestra que el fenómeno característico de nuestra época es la exclusión.
Es decir, que quienes podrían comprar la fuerza de trabajo de aquellos que solamente tienen eso para vender, no la quieren comprar. No hay mercado para el proletariado y eso crea una nueva clase o sector dentro de la clase trabajadora que no tiene siquiera el privilegio de ser explotado. Que tiene que inventarse su propio trabajo en las periferias, en los márgenes, en los intersticios que deja la voracidad del capital. Bueno, ahí está nuestro desarrollo en términos de economía popular.
¿Qué es la economía popular?
La economía popular es, si se quiere, un paraguas conceptual para la organización de los trabajadores excluidos. Esto es muy importante, hay que comprender que la economía popular deriva de la existencia de un sector, de la clase trabajadora, estructuralmente excluido del mercado laboral, y que su situación original dentro de este contexto es una lucha por la subsistencia. Una lucha despiadada, salvaje, de pobres contra pobres, a veces. Es decir que poco tiene de solidaria, cooperativa, comunitaria.
No hay que romantizar la situación de los excluidos, sobre todo antes de que empiecen el camino de la organización y de la resistencia consciente, que es un camino que requiere una intervención militante y para eso estamos todos nosotros. Para darle a esa estrategia espontánea de subsistencia de nuestro pueblo excluido una lógica colectiva y comunitaria que la convierta en un proceso de resistencia y de mejoramiento de sus condiciones materiales de vida. Que vendría a ser la economía popular organizada, ¿no?
Una de las características, creo yo, de la economía popular es que los medios de producción no son propios de la economía avanzada del siglo XXI. Y dentro de esos medios de producción están los saberes. Entonces, hay que distinguir exclusión de precarización, son dos cosas distintas. Un abogado que gana mal o un empleado de una empresa grande tercerizado es un trabajador, supongamos, un trabajador precarizado. Compañeros que trabajan tercerizados realizando producción audiovisual, creo yo, son compañeros que están precarizados. Y si hay una integración a la economía popular es a partir de una opción político ideológica, de estar en ese paraguas. No por una condición inmanente a la clase.
La economía popular es muy negra, es muy sin dientes. La economía popular es muy ágrafa, de tradición oral, de villa, de barriada, de comunidad campesina a lo lejos, de comedor comunitario, de olla popular, de cartonero, de vendedor ambulante, eso es la economía popular. Después hay una cooperativa de programadores, por ejemplo. ¡Buenísimo! ¿Compañeros? Bárbaro, espectacular. Y es bárbaro estar agrupado con esos compañeros, pero esa es una opción ideológica. Por lo menos así lo veo yo, capaz que no estoy viendo algo, ¿no? Capaz que no estoy viendo algo…
Es decir, yo soy parte del proceso de organización y lucha de la economía popular, en tanto, militante que por opción político ideológica trabaja en la organización de ese sector o en alguna unidad productiva de la economía popular. No, en tanto, de alguna manera… pueblo originario del sector de la economía popular.
Entonces, este sector de los trabajadores excluidos, para integrarse en el mundo de un trabajo con derechos, requiere cambios de naturaleza revolucionaria en el modelo productivo. Como mínimo, la comprensión de que en una etapa, ya, urgente, inmediata, necesaria, tiene que haber una economía de naturaleza mixta.
De coexistencia entre el sector privado y de alta rentabilidad, vinculado a los circuitos globales de producción, de comercio, de capitalización; el sector nacional, si se quiere, de la economía, que incluye al sector público; y el sector de economía popular pero organizado y fuertemente protegido por el Estado, con transferencias que se captan de los sectores de alta rentabilidad, tecnocráticos, tecnológicos, extractivistas, y se deriva en el desarrollo de la economía popular. Algo parecido a lo que hizo Perón con el IAPI, para desarrollar esa economía planificada donde la burguesía nacional buscaba su desarrollo, pero a la vez el Estado manejaba los resortes estratégicos de la economía. Pero en versión siglo XXI.
Bueno, desde luego esto es muy esquemático, tiene un montón de matices. Hay un montón de reservas comunitarias en la memoria histórica de nuestros pueblos, sobre todo en las zonas rurales, donde la economía popular a veces nace ya con una matriz comunitaria.
La historia de Eduardo y la economía popular
Es muy interesante el ejemplo del compañero Eduardo y de la comunidad rural organizada que está en Puerto Libertad (Misiones). Que además tienen un fuerte componente de trabajo agroecológico, y un trabajo agroecológico muy de manos negras. Nada intelectualoide, nada for export, bien del territorio. Y la historia es interesante porque Eduardo es un motosierrista que fue expulsado de Arauco, una multinacional del pino de aquí, cuando se tecnifica la producción, que es el proceso que sucede en todo el mundo. Se tecnifica la producción y se expulsa la mano de obra.
Y Eduardo fue y ocupó un pedazo de tierra de Arauco. Y convocó a los vecinos, y a las vecinas, a los excluidos a ocupar, resistir y producir en ese territorio y lograron conquistar una porción importante de tierra en pleno corazón de Arauco, y a producirla.
Y es interesante porque muestra la expulsión. La primera fase de desesperación, porque Eduardo y familia fueron ahí porque no tenían otro lugar a dónde ir. No fue una decisión de naturaleza ideológica, no había un proyecto político detrás de eso. Necesitaban un pedazo de tierra y se metieron donde pudieron. Y después si, con un pensamiento embrionariamente militante, organizaron la comunidad para resistir colectivamente y luego organizaron su cooperativa y hoy tienen una producción maravillosa agroforestal y agroecológica que es ejemplar para toda la región.
Renta Básica Universal y Desarrollo Humano
Algunos de nosotros, o yo por lo menos, considero que en este momento en la Argentina debería existir el salario universal, o una renta básica universal. Pero eso no es desarrollo humano, eso es simplemente resolver un problema de ingresos para la subsistencia. Es decir, no pienso -yo al menos, y muchos de nosotros-, el ingreso básico o el salario universal como una gran conquista de la humanidad o de la patria sino, por lo contrario, blanquear una derrota.
Una propuesta de Desarrollo Humano Integral, en cambio, a diferencia de un salario universal -que también se mide solamente en términos de plata- implica otros valores, otros aspectos. Otras formas de integración que tienen que ver con la comunidad, con el respeto y una interacción ecológica con la naturaleza, con el patriotismo en el mejor de los sentidos: como amor a la tierra donde uno nació, donde están sus raíces, comprendiendo sus diversidades y los múltiples pueblos que hay en el pueblo, en nuestro caso comprendiendo la unidad histórica que representa América Latina. Un desarrollo de las personas y de los pueblos, ¿no?