Uno
Un cartonero empuja un carro. Una escena cotidiana de una sociedad que hace más de dos décadas naturalizó lo que el capitalismo desde los setenta viene anunciando: en este mundo, con estas reglas, hay gente que sobra. Esta vez lo filman con un smartphone y su cara recorre el país. Es sábado 24 de junio antes de la medianoche. La coqueta sede del partido que supo -¿y sabe? acaso ¿lo sabe y cada tanto se lo olvida?- representar a los excluidos se estremece: el carro tirado por tracción a sangre trae los avales para que el oficialismo tenga una segunda lista en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias.
Dos
La imagen parece sacada de una Sudáfrica pre 1992. Un enrejado y varios negros esposados detrás del tejido de metal. Hay algo que desentona: un joven, blanco, abogado, de pelo largo. Viste una campera de cuero, osada cita de la memoria colectiva. No es Sudáfrica, es Constitución. Y el calendario no miente: 19 de septiembre de 2018. Gobernaba Mauricio Macri. Los detenidos: inmigrantes senegaleses que se ganaban el pan como vendedores ambulantes, oficio perseguido bajo la etiqueta de “manteros” por el partido político que pintaba el país y la ciudad con su característico “amarillo reaccionario”. En cada detención, quienes ejercían este oficio, perdían toda su mercadería.
Tres
“Hay un fusilado que vive” fue la frase que permitió que un periodista de investigación escribiera su obra cumbre, Operación Masacre. Pasaron 66 años entre los fusilamientos de José León Suarez y el doble gatillazo en la cabeza de quien ejerce el cargo de vicepresidenta de la nación. El magma social -esas fuerzas subterráneas que tan bien supo describir Scalabrini Ortiz y que despistaron a sus propios dirigentes el 17 de octubre de 1945- reapareció . Inmediatamente, las calles de Recoleta fueron pobladas por cuerpos con historias que -como ese 17 de octubre- se entrecruzaban, otrora con un preso, ahora con la gatillada.
Cuatro
Un mantra circula en el ambiente. El eco resuena en distintos ámbitos de la ciudad letrada: “la rebeldía se volvió de derecha”. Tiene algunas variaciones que suben el volumen según el momento del calendario electoral, la más citada es “hay un giro de la sociedad hacia la derecha” o su versión impotente “no están dadas las condiciones”. Los mantras se convierten rápidamente en premisas que construyen los más elaborados silogismos y las estrategias más arriesgadas. ¿Será?
Cinco
“Nada eso, como te decía, nunca nos metimos mucho en política” -¿otra cita involuntaria?- “pero esta vez está uno que nos bancó siempre, que puso el cuerpo con nosotros”. Así empezaba el último párrafo de una carta que Yoni -el cartonero que empujaba el carro de los avales- le dirigió al Indio Solari para que ayude a visibilizar que hay una segunda lista en el partido de gobierno. Yoni, dice su carta, es “uno de tantos cartoneres” (si con e) “que se pudo organizar” y heredó el oficio: “es de herencia mi tarea de ciruja”.
Seis
Promediaba febrero de este año. La incredulidad aumentaba la violencia de los agentes: “¿qué vas a ser diputada vos?” A pesar de los fueros, la primera diputada cartonera estuvo varias horas detenida por defender a un pibe al que la policía de Lanús estaba golpeando. “¿Cómo es esto? Además de diputado tenes que ser blanco y rico para que se respete la Constitución?” tuiteó -cuando aún estaba detenida- su referente político.
Siete
“Hay que pasar el invierno” podría ser el slogan de la fórmula oficial. Un candidato que -en el mejor de los casos- promete un signo de pregunta al final del camino. La invitación es a abrazarse a ese interrogante: una tabla de náufrago en un océano de mantras. “Se equivocan si creen que van a convencer a mi generación con la promesa de estabilizar la macro” sentencia una joven legisladora que habla y es escuchada, que toma la palabra para desarrollar planteos, ideas, para provocar reacciones en la parsimonia de la institucionalidad parlamentaria. Una rara avis en el mundo de las legislaturas. La macro queda lejos, demasiado lejos: en todo Puerto Madero vive la misma cantidad de gente que en una manzana de la Villa 20.
Ocho
En las vísperas del 9 de julio, aniversario de la declaración de independencia de nuestro país, el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia hizo circular un documento. Su título no dejaba lugar a dudas: “No se olviden de las y los pobres”. El escrito es sumamente crítico de la situación actual: el alto índice de pobreza, la falta de acceso a la vivienda, la aporofobia, el narcotráfico. “Se respira un ambiente de resignación, de conformismo, como que esto es así y no se puede cambiar, o tal vez lo que es peor aún, la aceptación de la idea de que algunos nacieron con más derechos que otros”. El documento reivindica la política, una herramienta que en el sentido común pareciera haberse desgastado en los últimos años, pero hace un llamado de atención a la dirigencia: “Muchas veces vemos a las dirigencias de diversos ámbitos desconectadas de la vida concreta de las mayorías”. Alcanza con recordar que en marzo murió una beba en la puerta de la Casa Rosada, quizás uno de los puntos del territorio con mayor tránsito de funcionarios a diario. El documento apunta: “No abundan las propuestas concretas que expresen vocación de transformar, de imaginar un sueño que ayude a poner de pie y caminar tras de él”. “Para abordar la pobreza multidimensional hay que profundizar estos caminos: techo, tierra, trabajo y reconstrucción de la comunidad” sentencian.
Nueve
Sobre el 17 de octubre señala un historiador radical: “Bueno, ahí estaban. Como si hubieran querido mostrar todo su poder para que nadie dudara de que realmente existían (…) ¿De dónde salían? ¿Entonces existían? ¿Tantos? ¿Tan diferentes a nosotros? ¿Realmente venían a pie desde estos suburbios cuyos nombres componían una vaga geografía desconocida, una terra incognita por la que nunca habíamos andado?”. La aparición de los invisibles cuando deciden escribir su futuro genera asombro (o consternación) en la ciudad letrada: “Y eso es lo que resultó más chocante a esta Buenos Aires orgullosa de su rostro europeo: reconocer en esa horda desaforada que tenía el color de la tierra, una caricatura vergonzosa de su propia imagen. Caras, voces, coros, tonos desconocidos: la ciudad los vio con la misma aprensión con que vería a los marcianos desembarcando en nuestro planeta”.
Diez
La historia se escribe de retazos. El continuum -nos advertía un sabio- es un artilugio patentado de la clase vencedora. Abajo, lejos del Palacio, solo hay retazos, citas, plagios que cuando relampaguean proyectan un sueño, una utopía.
Epílogo
El joven abogado -que ahora tiene un par de años más y ya no tiene pelo largo- se abraza con la fusilada que vive. Es de noche, Recoleta es el escenario de una movilización popular como hacía varios años no se veía. La foto también se viraliza: hay algo en ese abrazo que trae paz.
Foto de portada: @pedropalacios.ar