Dos pibes se encierran una hora en un local y de pronto una le dice a otro: «¿Vos invertiste alguna vez?» No sale la luna ni se prende ningún farol. Salen pelados con chaleco de una impresora, nomás. Y gracias. Prometen cambiarte la vida con un método financiero de 90 días. Ella insiste, me insiste: «¿Alguna vez…invertiste?». Yo trabajo por mi cuenta y tengo mis tiempos, trato de cuidar mi tiempo, le digo. «Es que con este método vos armás un sistema de inversiones y después ese sistema —vos te vas— y el sistema trabaja por vos». Suena un teléfono, afuera el ruido de los pájaros; es como si se rieran. Ella tiene 25 años. Veinticinco. Parada una hora en un locutorio, esperando que salgan fotocopias, convenciendo a los amigos para que le manden dólares a una empresa de machimbre y durlock. Vas a mirar, pero la Luna, primo, nunca sale por la impresora. «No te preocupes amigo», ella le sonríe al teléfono, «perdiste 100 dólares, pero el mes que viene, con tu próxima inversión, podés ganar 200 y ese el desafío». Hay muchas cosas que el tango puede ser, pero si hay algo que no puede ser, es crédulo, negador. Salvando al mundo con un emoji de fueguito, salvando al mundo con pelados. Muchachos, da pena a veces, de verdad. Ella me dice que vendió su auto e invirtió. Los pájaros se ríen como murciélagos y se arrancan un pucho. ¿Anda precisando tango el país del tango?
Nicolas Tognola, el Gauche bandoneonista y varios oficios más, va a abrir bien la boca para reírse cuando escuche eso y va a abrir la salamandra de su casa para meter una madera cirujeada de la calle. Desde la Ruta 4 se ve el humo saliendo de su techo y de su cabeza. Tiene fija una idea desde antes que Burzaco, su hogar y musa, recibiera los primeros trenes con aire: despertar el tango al calor de las masas. Como antes, dice él, “como siempre”. “Siempre estuvo el tango acá”, y se toca el corazón, o la sien, o bastante más abajo también y repite: siempre. Parece que el actual artista argentino por excelencia, Ysy Del Corazón de Jesús A, lo escuchó bastante. Y por bastante queremos decir: durante 10 horas, la última vez que se encerraron en un estudio y alguien dijo: “Ysy, ¿vos invertiste alguna vez?”.
–¿Cómo lo viste a Ysy en esa sesión tanguera?
-Compusimos 4 temas ahí. Estuvimos con tres músicos, entre ellos Mateo Castiello, hijo de Cucuza Castiello, y Tomás Regolo, pianista y creador de la romántica milonguera, la orquesta de tango más popular de estos tiempos y la que considero que está reinventado el tango de esta era. Llevé una melodía y el Ysy se puso a componer una letra sobre esa melodía. Mateo es alguien muy tanguero, pero al mismo tiempo un eslabón entre esa herencia y artistas como Catriel y el Ysy. Veo y aviso que se está generando una crema en Buenos Aires… una que va a hacer historia. Ya hay pibes consagrados, pero con lo que respecta a la tanguedad: ojo, porque se viene una…
-¿Cómo tanguedad?
-La idea de “tanguedades” me la encontré por primera vez en “Tango y Política” (2016, Paidós), un libro de Gustavo Varela. Las “tanguedades” destacan la calidad del tango como género cultural. Además de ser un género musical, un género dancístico, un género poético, la tanguedad comprende todas esas disciplinas y manifestaciones en una sola unidad metafísica. Creo que se trata de una condición espiritual del pueblo argentino y rioplatense y está en la mayoría de la población como una fuerza latente. Compruebo esa hipótesis en cualquier momento que expongo música relacionada con la tanguedad. Cuando hago eso, veo a la gente que decía estar lejos del tango teniendo una especie de despertar. Son atrapados por el tango. Y luego se obtiene el clásico axioma argentino: el tango te espera. La tanguedad es una “clave” de estas tierras, un lenguaje que no se piensa: se vibra, se siente y se goza. Me pasó, por ejemplo, que después de tocar con Ysy el set de tanguero de su show en Obras, todos los pibes del público estuvieron un minuto coreando «¡Argentina, Argentina!». Eso es una alegría que me llevo a la tumba.
-¿Entonces, más allá de lo musical, el tango es una forma de vida creada en Argentina?
-Es una manifestación esencial de la cultura. Durante algunas décadas el tango pudo haber estado flotando, ignorado por mucha gente, pero luego él simplemente te espera, porque hay algo de tanguedad arraigado en nuestra esencia como pueblo, pues el tango ha surgido históricamente de la gente, no es algo impuesto, sino una manifestación esencial de su cultura. Al final, es otro tipo de folclore, el folklore del asfalto argentino. Y lo que he visto es que permite enfrentar dolores inconscientes relacionados con el miedo al vacío y la soledad. El abrazo del tango es refugio: no me importa quién seas, sos otro ser humano y te estoy abrazando.
-El Gauche tuvo su estreno oficial en Mar del Plata, tierra de Piazzola, ¿qué tal?
-En Mar Del Plata estuve con Despelotango, Orquesta Atípica y Murguera, y con El Gauche. Con Despelotango dimos un concierto para más de 300 personas, terminamos desafiando al final como se suele hacer, siempre reivindicando al carnaval, al festejo popular. Además de Despelo, el viernes 27 presenté la banda del Gauche en el Museo Mar, hicimos 10 temas, fue un concierto contundente, con muy buen sonido y convocatoria. ¡Al final se lo escuchó a un señor del público: “Hoy, acá, cambió la música”, jajaja!
-¿Si el tango te espera, qué espera del Gauche?
-Lo que mi pueblo me pida. Ahí estaré cumpliendo con las necesidades históricas y culturales que confío en llevar adelante. El tango no es sólo un lamento, también puede ser una manifestación de la felicidad y del goce. Es válido asociar el tango a la tristeza, pero también se puede integrar al goce de lo carnavalesco, al humor popular de ser lo que somos. Una alegría de los comienzos del tango, cuando tango y carnaval convivían en la calle. También creo que esta música puede activar el goce de llevar adelante la lucha que cada cual tiene como ser humano. Eso se puede vivir como amor, manifestar en un abrazo y bailar al ritmo del corazón.
Foto de portada: Damián Felitte