León: cómo olvidarlo
Por: Lucas Ortiz, Juane Lemos
Palabras, ideas, la muerte ¿Qué nos enlaza a un pensamiento?¿Por qué sentimos que alguien que nunca conocimos tiene algo para decirnos a través de los libros? A partir de recuerdos y discusiones, un acercamiento amistoso a la figura del filósofo León Rozitchner, que en septiembre hubiera festejado su cumpleaños número 98.
febrero 23, 2023

Nos conocimos en el año 2013 o 2014, en la calle Puán. Vos estabas vestido de blanco y azul y tenías la frente pixelada. Estabas en una mesa de ofertas y te compré a bajo precio. En ese entonces yo era pobre y ahora también, según la actual canasta básica. Yo iba a dejar la carrera de filo y ponerme a estudiar algo de verdad, como química o física. Pero me senté solo con tu nombre entre mis manos en el cordón de la vereda. Miré las primeras hojas. La frase sobre los amigos me dejó tranquilo. Me gustó que hayas modificado la original y hables de la amistad como objetivo final de toda escritura.

Más adelante ví esa otra frase: todo es biografía. No sé si es así pero en ese momento también me conmovió. Te leí, te leímos mucho, León. Horas y días nos inventamos problemas en algún bar o algún aula de la facultad acompañados de tus textos. Nacho incluso dejó su orga después de leer tu libro sobre Perón; yo dejé a mi novia porque gracias a La izquierda sin sujeto había descubierto el problema de la subjetividad y ya no podía pensar en una casa y un auto. El nido de víboras es mucho más complejo y requiere tiempo.

Pero también me diste palabras cual madre lacaniana para nombrar cosas del mundo que estaban borrosas por ahí y que yo necesitaba pensar. Y nos diste el regalo de la generación de sabernos o soñarnos parte de un momento histórico que creíamos nuestro. Me hice el interesante frente a pibes y pibas tirando frases que había memorizado de tus textos y hasta copié algunos trucos de escritura y alguna estrategia de redacción de prólogos. Una vez tuve que escribir dos carillas sobre Castoriadis. Resolví el tema en una tarde. Porque me afané banda de cosas del Freud y los límites… que fue el primer gran libro de tu obra al que me enfrenté. Todavía conservo las tarjetitas donde tengo anotadas las citas.

Muchas cosas León, te quiero contar muchas cosas. Por ejemplo cuando publiqué uno de esos textos y un tiktoker trosko y amargado me llamó “esperpento” por la mierda que había escrito siguiendo tus enseñanzas. Y sí, el texto era malo, pero que te bardee un trosko amargado siempre está bien. Indica que te estás alejando de lo que hay que alejarse. Así que gracias, viejo, por garantizarme puteadas virtuales y por mi alejamiento concreto de la vida amargada de izquierda que por eso se cree revolucionoséqué.

Pero, ¿sabés qué? no estoy de acuerdo con lo de La Cosa y la Cruz. Me parece que leés mal el cristianismo, lo reducís a San Agustín y eso es fácil y está mal. El cristianismo no es pura represión, pura abstracción. Sí, es verdad, Jesús nació de la concha abstracta de María, pero se enamoró de la concha puta de Magdalena. ¡Una religión donde el hijo de Dios se enamora de una puta y encima le da un beso al amigo que sabe que lo va a traicionar! Además lo de la concha abstracta de María puede ser repensado. María era una turra que la abandonaron embarazada y un carpintero la banca ¡Dale, León, está buenísimo! ¿Cuánto más le vas a pedir al mito?¿Qué mitos tenés para ofrecer vos? ¿Un Edipo andino? ¿La corporalidad judía del viejo testamento? Son un embole, super abstractos. Y me jode porque seguro viste eso, viejo pillo.

Y pienso que algo así te pasó con el peronismo. No creo que seas un gorila, en realidad tampoco me importa. Pero banco tu crítica, tu mejor crítica contra el peronismo. Esa de que no podías caminar por la calle abrazado con una piba y por eso te fuiste a Francia. Me parece bien que digas eso. Porque es un garrón no abrazar pibitas por la calle. A un amigo le pasó eso en el conurbano. Estaba a los besos en el único parque que hay de Merlo y un botón del PJ le vino a decir que había chicos para que dejen de besarse. Es que claro, yo y mis amigos hicimos muchas cosas en la calle. Es importante que no haya buches y poder toquetearse tranquilo, por eso te recordamos, León.

También estuvo bien que hayas dejado tirado al Che Guevara en Cuba por ir a encontrarte con Diana. Me molesta que en lo teórico no hayas identificado también al Che con la izquierda sin sujeto, con la izquierda rígida, pero me gusta que en lo concreto lo hayas dejado plantado. Hay que estar en cualquiera para en los años 60 dejar al Che tirado por una pibita afrancesada que llegaba a la isla flasheando revolución. 

Y nosotros estamos en cualquiera también, León. Ya no creemos en la revolución y no leemos a Walsh. Yo personalmente te sigo robando pero intento que nadie se de cuenta y creo que no le importa a nadie tampoco. Es que no soy un referente de nada y tampoco quiero serlo. Y además a veces me da miedo morir, por eso bailamos cumbia, que no tiene nada que ver con el rock, que ya está muerto. Ni siquiera Ale habla de rock, se dedica a vender frases express por Instagram. La infancia en Venezuela lo hizo mierda.

Si estuvieses acá me gustaría invitarte a una fiesta, que vengas con tu pulover azul de rayitas rojas lleno de caspa y olor a abuelo que fuma pipa. Una fiesta con turras que son post-algo, con negros en cuero bailando un domingo y que los veas mientras el sol les da en la cara. Está bueno, León. Pero vas a ver que no hay mater acá de ningún materialismo, que con esa hipótesis batiste cualquiera. Igual está bien, habrá que llegar a viejo capaz y ver cómo todo se va a la mierda para escribir sobre la mater. Yo prefiero pensar que todo es un quilombo y hacemos lo que podemos como hiciste vos cuando te la cruzaste a la piba con Sigal en una esquina o tuviste dos hijas al final de tu vida.

Y me pregunto: ¿cómo habrá sido tu vida en Chivilcoy? Es raro que vengas de ahí, porque allá no hay leones. Hay gatos, gatitos; callejeros y domésticos que andan sobre los techos y suben a algún árbol cuando viene un perro. Te imagino niño entrando a la mueblería de tu viejo y de repente las primeras inevitables aproximaciones a la disciplina: ¿por qué hay muebles y no más bien la nada? ¿Por qué hay una mesa que es la mía? Bienvenido a la filosofía niño felino. ¿Cuán lejos nos pueden llevar las preguntas y los libros?

Viajes largos, cortos… Viajes que terminan. León tus libros, ya no me dice nada, no te puedo leer más. La época nos llevó puestos y hay cosas que envejecen rápido… ¡Pero qué más te podemos pedir, viejo! Te quiero dar un abrazo, ¿sabés? pero estás muerto. Entonces será mejor decirnos “chau”. Despedirnos así, en una palabra, para que tal vez te volvamos a encontrar en la filosofía pero no en la de los «grandes temas», sino en la que se escribe con la sangre que bulle cuando todos se mueven contra el miedo y la represión. Con la sangre que no se calla para romper con el destino de silencio de los torturadores. Para enfrentar el terror, para ser arbitrarios, para hacer cualquiera. Sí, tal como me enseñaste en esa tarde en que casi dejo la carrera de filosofía sentado en el cordón de la calle Puán.

Feliz cumple, León.

Autores

  • Lucas Ortiz

    CABA
    Ser proveniente del conurbano, por eso mitad perro. Busca desde hace dos años la turmalina negra y es profesor de filosofía. Forma parte de la secta del cuchillo.

  • Juane Lemos

    CABA
    Papá de Amy y Timo. Desde muy chico dibuja caras y personajes. Estudió Diseño Gráfico (UBA) y es docente universitario y de la Escuela de Artes Visuales Antonio Berni. Trabaja freelance y co-dirige el colectivo de diseñadores ANG. Ilustra diseños y diseña dibujos.

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