Con la toma del Capitolio (llevada adelante el 6 de enero de 2021 en Estados Unidos por grupos neofascistas y seguidores de Donald Trump) y el asalto al Palacio del Planalto (la intentona golpista de la resaca bolsonarista en Brasil el 8 de enero de 2023), como acontecimientos resonantes, podemos considerar que atravesamos una era de creciente conspiranoia y violencia en la política.
Durante la pandemia, en Europa o en América, minorías intensas aseguraban la existencia de una suerte de plan malévolo con objetivos que iban desde la implantación de chips para controlar a la población hasta la intención de establecer un nuevo orden mundial. A veces, los culpables eran los comunistas. En otros casos, los judíos o la ONU con la Agenda 2030. Por supuesto, siempre había lugar para reclamos a George Soros.
Fenómenos diversos pero con ciertos rasgos en común: en todos los casos se trató de grupos radicalizados, violentos, compuestos por personas completamente convencidas de la existencia de acontecimientos entre invisibles e incomprobables, y con un importante nivel de articulación en redes sociales. ¿Cómo explicar este tipo de manifestaciones?
En su libro “La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio”, Ignacio Ramonet analiza de forma exhaustiva estos fenómenos y lo que existe a su alrededor. A continuación, unos apuntes del análisis que nos ofrece el periodista y sociólogo español para intentar comprender el tiempo en el que vivimos, y los paralelismos que pueden trazarse con otras experiencias de la extrema derecha global, como Bolsonaro en Brasil y Milei en nuestro país.
Trump y la convocatoria a las clases medias blancas
Para comenzar, el autor explora el origen y desarrollo del Asalto al Capitolio impulsado por Donald Trump. A su manera de ver, este hecho se erige como símbolo de la creciente crisis que afecta a las democracias y a las sociedades a nivel global.
El texto enmarca el evento como el producto de una etapa en la que un nuevo sistema de desinformación está emergiendo desde las redes sociales, que le dan impulso al odio, el extremismo y la conspiración. En la actualidad, la línea que separa lo verdadero de lo falso, lo real y lo irreal, se torna cada vez más borrosa llevando a la erosión de los cimientos de la democracia.
Hoy, la dimensión no racional que forma parte de la estructura mental del ser humano, encuentra una expresión tan novedosa como extrema en la desconfianza y el descreimiento de los pilares de la racionalidad social dominante, desde la academia hasta los medios masivos de comunicación. En las redes sociales lo vemos en diversos casos: a más verificado, más desconfiado.
El autor expone que esta lógica de desinformación y escepticismo tiene raíces materiales concretas. En el contexto estadounidense, se basa en lo que Ramonet describe como el declive del sueño americano: un proceso descendente que se ha desarrollado a lo largo de décadas, marcado por el progresivo desmantelamiento del Estado de Bienestar desde finales de los años 70 y agravado por la crisis de las drogas, especialmente la epidemia de opioides. Este panorama ha generado un miedo al empobrecimiento de los sectores blancos que históricamente formaban parte de la clase media y que ahora se ven desplazados, sumergidos en la incertidumbre generada por un mercado laboral fragmentado.
Esto provoca una crisis identitaria en las tradicionales clases medias blancas, ahora empobrecidas, que se sienten afectadas por la población negra, a la cual perciben como privilegiada desde lógicas de discriminación positiva. Es en ese marco que se han producido varios crímenes de odio contra los afroamericanos como una suerte de chivo expiatorio, siendo el de Payton S. Gendron uno de los más resonantes. Trump ha leído atinadamente ese escenario, articulando un discurso contra las élites, y millones han visto en él una oportunidad para volver a ser lo que supieron ser. Pese a que el ex-presidente tuvo serias dificultades para cumplir con sus promesas hacia ellos, no dejaron de identificarse con la figura que él representa, debido, en parte, a su atractiva narrativa.
En ese punto, podemos pensar que la capacidad de representación de Javier Milei -quien también ha planteado, en cierto sentido, una narrativa anti-elitista- no necesariamente se agotaría de manera automática e inexorable en caso de que su proyecto económico no cumpla con sus objetivos.
La verdad en crisis
Otro de los puntos destacados en el análisis de Ramonet es lo que él denomina como complotismo, una visión paranoica del mundo que le da centralidad en el desarrollo de los acontecimientos históricos a supuestas conspiraciones oscuras y difícilmente comprobables de parte de grupos de poder. Esta lógica opera como una explicación total de la realidad, mediante la cual ciertas personas encuentran mayor seguridad, como una respuesta a la que aferrarse en tiempos de incertidumbre, amplificada con facilidad gracias a las redes sociales. De ese modo, se identifican a los culpables de los estridentes sacudones que vivimos, que pueden ser, dependiendo el caso, comunistas, extranjeros, masones, élites, entre otros.
De momento, para el caso argentino, esta no parece ser una cuestión tan preponderante en la base electoral de Milei, aunque sí en los sectores más radicalizados que lo apoyan y en la conversación pública a través de las redes sociales. En cambio, en Brasil esta lógica sí se hizo sentir con especial fuerza, sobre todo tras las elecciones del año 2022. Luego de que Lula se impusiera por sobre Bolsonaro, miles de personas se manifestaron en internet y en las calles contra un presunto fraude que no tenía pruebas en ningún lugar más que en sus propias cabezas. Allí incluso se dieron situaciones desopilantes, como que un grupo de bolsonaristas celebrara hasta el llanto la noticia de que el juez electoral Alexandre de Moraes había sido detenido por esta cuestión, algo que en verdad, jamás había sucedido.
Luego, en el capítulo 4 -uno de los más breves pero brillantes del libro-, Ramonet plantea que en los tiempos actuales la noción de verdad-cielo (en esencia, la verdad científica) ha entrado en una profunda crisis. Son tiempos de posverdad, en donde los hechos importan cada vez menos, lo cierto es cada vez más relativo, y la conexión emotiva es la primordial. El peso de las emociones en la política se presenta con especial fuerza. Las redes sociales acentúan esta dinámica desde la lógica de los algoritmos, programados para vincularnos casi con exclusividad con aquellos que creen lo mismo que nosotros.
A esto se suma el crecimiento de las teorías conspirativas como el terraplanismo, una de las expresiones más demostrativas de este “clima de desconfianza epistémica hacia cualquier verdad establecida”. Otro ejemplo relevante es el caso norteamericano del Pizzagate, un relato conspiracionista que marcó la campaña electoral del año 2016, el cual sostenía la existencia de una numerosa red de pedófilos entre la dirigencia demócrata y el ecosistema de la cultura nacional. Más allá de los detalles del caso, Ramonet lo utiliza para explicar lo sencilla que se volvió la difusión y amplificación de todo tipo de teorías infundadas. Sin ir más lejos, en la última campaña electoral de Brasil, Lula tuvo que salir a desmentir haber hecho un pacto con el Diablo.
En la trama del creciente complotismo en los Estados Unidos, el autor destaca la aparición, en el año 2017, de QAnon. Esta teoría, que va desde la recuperación del Pizzagate hasta planteos antisemitas, terraplanistas o contra el 5G, creció con especial fuerza durante la pandemia de COVID-19. En este caso, además, resulta peculiar el importante peso del trabajo colectivo y colaborativo a través de foros en su búsqueda de la verdad, en este marco de desconfianza epistémica. Cuando fue consultado por QAnon, Donald Trump no hizo más que apañarlos por ser personas “que combaten muy duro la pedofilia”. Lógicamente, su aval le dio impulso al movimiento.
Por otra parte, Ramonet da cuenta de un trasfondo de pánico moral que fue el caldo de cultivo propicio para el crecimiento del conspiracionismo en el país norteamericano, con QAnon a la cabeza. Entre 2016 y 2020, diversos casos reales de abuso sexual y pedofilia fueron descubiertos y/o condenados en los Estados Unidos, ocupando la atención de la opinión pública y alcanzando a celebridades de Hollywood, jefes de los boy scouts, sacerdotes, y demás. El más resonante ha sido, sin lugar a dudas, el aberrante caso de Jeffrey Epstein. Más allá de eso, se trata de uno de los capítulos menos extrapolables del libro a la realidad argentina, aunque da cuenta de cómo los conspiracionistas pueden aprovechar eficazmente algunos guiños de la vida real para intentar ganar adeptos con sus narrativas.
El autor español plantea como un elemento de importancia para los conspiracionistas la resolución de enredos en línea, tanto a través de las grandes redes sociales como de otro tipo de foros ubicados más sobre los márgenes del mundo de la internet. El conspiracionista difunde sus narrativas aunque sepa de su falsedad, porque está convencido de una maldad intrínseca que está por debajo del caso en particular. Los acusados son indiscutiblemente culpables y, en una lógica prerracional, esa convicción pesa más que cualquier hecho que lo desmienta.
La violencia, la incertidumbre y las redes
Para finalizar, Ramonet describe detalladamente el entramado de organizaciones violentas que se articularon en la extrema derecha estadounidense en los últimos años, con los boogaloo boys a la cabeza, y con el mencionado asalto al Capitolio como hecho más destacable. Más allá de las particularidades del caso estadounidense, describe una dinámica política que las redes sociales acentúan, y que nos sirve como una advertencia para las demás naciones del mundo: si el “otro” es visto como un enemigo intrínsecamente malvado y culpable por definición, las agresiones, los crímenes de odio y la violencia sacrificial como medida para solucionar las crisis estarán totalmente legitimadas.
La irrupción de candidatos outsiders de extrema derecha con diversas características y en distintas partes del mundo se vincula estrechamente con esta época de crisis e incertidumbre, en la cual hasta la democracia y la racionalidad moderna se encuentran cuestionadas. Más allá de la siempre importante satisfacción de demandas y necesidades, en nuestros tiempos, la representación política parece tener como un elemento de creciente importancia la conexión con el sentir de las sociedades, su malestar, su incertidumbre y las subjetividades contemporáneas.
Además, mientras las redes sociales se vuelven cada vez más determinantes para la conversación pública, este libro es un aporte más en el camino hacia la comprensión de sus dinámicas y las lógicas de sus actores. En la misma línea, trabajos como “Trolls S.A.: la industria del odio en Internet” (2019) de Mariana Moyano, “¿La democracia en peligro?” (2023) de Juan Ruocco, y “Nosotros contra ellos” (2023), de Natalia Aruguete y Ernesto Calvo, permiten complementar y profundizar las reflexiones de Ramonet. Sin lugar a dudas, identificar los planos y las formas en que la internet ha modificado nuestras vidas y nuestras sociedades es una tarea tan compleja como imprescindible.