“Ches” significa morder. Morder y tirar. Impregnar el premio con saliva. Un premio es un elemento: una pelota, un palo, un hueso. También puede ser una almohadilla. Una almohadilla cosida a mano con dos manijas firmes en las puntas. El adiestrador toma el elemento de las manijas. Dice “ches” y yo muerdo. Muerdo la almohadilla y tiro. Jugamos a una especie de cincha. Es necesario para ambos que yo me lleve la almohadilla. Entonces la impregno con saliva. El adiestrador me dice “Yatel”. Me llama por mi nombre. Entonces regreso. Pero ojo, si el adiestrador agrega “chek chik chek”, que suena agudo y bajito, “Yatel, chek chik chek”, regreso con la almohadilla. Si solo me dice “Yatel” entonces no llevo nada, sólo alzo las orejas, atiendo a los gestos de sus manos, si no hay seña me voy a tomar agua o a tirarme por ahí. Si el adiestrador me dice “Yatel” y levanta un brazo con la mano cerrada me pongo en posición de arranque hasta que me diga “vamo” y yo corro hasta el adiestrador. Pero ojo, si abre la mano en el camino, me freno. El adiestrador me acaricia. Cuando le llevo el elemento el adiestrador me dice “mauz” para que yo lo suelte. Y a jugar. El adiestrador deja el premio en algún lugar que yo no vea. Hasta que no escucho “ches” no lo busco, me hago el otro un rato. “Ches” y salgo a la búsqueda del elemento. Así entrenamos. Si está en algún lugar que no alcanzo, entonces ladro. Puedo buscar el premio donde sea que esté, siempre y cuando no lo hayan guardado en otra provincia, otro país, otra región. Puedo oler el premio por más tapado que esté. Aun habiendo pasado años en su escondite. Porque los premios no desaparecen, los premios se guardan, se tiran o se esconden. ¿Cómo se llama la institución que esconde premios?
Los premios son objetos, los huesos de una persona no son la persona, son objetos naturales pero objetos al fin. Así me manejo yo. Siempre premio, nunca apremio. Así se maneja el adiestrador. ¿Quiénes son los que gozan con el miedo y el fracaso de los demás? Yo antes trabajaba para la policía, me entrenaban con castigo y comida. Ahora el adiestrador me aplica masajes, me abraza, me canta. Y no se vayan a creer que el proceso de aprendizaje es más lento. A mí me pegaron un tiro por mala conducta en la policía, y ahí me regalaron al adiestrador con la condición de que no buscase personas. Y acá estoy, buscando personas. Para el adiestrador es un trabajo digno y generoso, para mí es un juego. Pruebas que me dejan dormir tranquilo. ¿Por qué la policía no nos cuida? Si el adiestrador me dice “sit” me siento, enrosco el rabo y al suelo. Si el adiestrador me dice “plat” yo me acuesto, panza abajo. Al adiestrador no le gusta jugar al muertito pero yo lo sé, por mi pasado policía, me decían “bang” y me tiraba boca arriba.
Ahora tengo narcolepsia. Me puedo dormir en cualquier lado, en cualquier situación. Pero ojo, estoy bien. A veces sueño. El adiestrador comentó con su compañera que hice unos movimientos eléctricos, que mascullé y hasta me oyó ladrar mientras dormía. A veces sueño con las personas que busco. Cómo habrán sido en vida. ¿Serán parecidos, parecidas a sus familiares? A los familiares de las personas que busco si los veo, contratan al adiestrador y confían en nosotros. Yo no puedo fallar, busco evidencias. El adiestrador me puso “Yatel” por “Cacique Yatel» que es una composición del cantautor Hugo Giménez Agüero que ha sido interpretada por muchos cantantes, como Rubén Patagonia, por ejemplo. “Yatel” en tehuelche quiere decir piedra. Yo, menos piedra, como de todo. No tengo problemas. Salvo la narcolepsia. A veces sueño que hablo. Me encanta comer de todo. A pesar de que con el adiestrador me la paso bacán, mi corazón es callejero. Tengo una especial sensibilidad por los perros que no tienen adiestradores que los cuiden. Los perros hablamos por cómo miramos cuando recibimos una orden. Tiene que estar muy cansado un perro para no procesar el llamado de un humano. Hay perros que cuando reciben una orden miran como diciendo “Sí. Ya mismo. Dalo por hecho”, hay perros que miran como diciendo “Si. Ya mismo. Lo que sea con tal de que me quieras” y hay perros como yo que, tras recibir una orden de un humano, miramos como diciendo “Si me voy a divertir sí. Sino no me interesa”.
Hace varios días que mi adiestrador está preso, lo acusan de plantar pruebas. Quieren que se declare culpable, mientras ensucian su imagen. Además de encontrar los restos de Santiago Maldonado, el amuleto de Facundo Astudillo Castro, papeles que dieron testimonio sobre el crimen de Marito Salto, los restos de Rodrigo Hredil y Delfina Aciar, participar en el esclarecimiento de los femicidios de Micaela Ortega, Karen Alvarez, Araceli Fulles y Daiana Garnica, hace poco buscando indicios sobre la desaparición de Marcela López en Santa Cruz encontramos billetes verdes termosellados que estaban bajo tierra en la estancia de un asesor político. Después, los diarios dijeron que eran billetes del juego El Estanciero. Cuando llegamos a Mendoza para buscar a Viviana Luna encontramos en un hostel abandonado, que ya había sido rastrillado, una carta semi quemada que estaba adentro de un monedero. Allí se mencionaba al jefe de la policía de Mendoza, políticos y empresarios mendocinos. También a María Cash y Sofía Herrera, ambas desaparecidas hace varios años. ¿Estas pruebas fueron plantadas? ¿Quién plantó esas pruebas? ¿Cómo se llama el aparato que protege a la policía, da rienda suelta a los empresarios, oculta personas? ¿Cuál es el límite para buscar personas desaparecidas en democracia? Yo espero que mi adiestrador regrese, pongo las patitas en el fuego por Marcos Herrero, y aunque no nos dejen seguir trabajando por lo menos que nos dejen volver a jugar juntos.
Compañeros son los perros. Hoy tomé mucha agua. No sabía que podía llorar. Me quedé dormido en un rosedal. Me lastimé la panza. Me autogestiono la sanación. La narcolepsia es un trastorno crónico. La narcolepsia va ganando terreno. La narcolepsia me tira. Hace mucho que no estimulo mi sistema nervioso central. Los perros somos adrenalina. Necesito correr. No quiero otro adiestrador. No quiero volver a la policía. Quiero pasar los últimos años de mi vida con la persona que me hizo viajar, la que me dio de comer en la boca, la que me hace reír. La compañera de mi adiestrador dice que Marcos va a volver, que van a hacer un asado de bienvenida, que van a comprar de más para mí, para Duke, para Alcón, los perros de Marcos Herrero. Ayer salimos a caminar. Fuimos hasta una loma que está cerca de casa. Nos tiramos ahí a ver el atardecer. Habíamos acordado no aullar. Pedirle al cielo que liberen a nuestro adiestrador. ¿Esa nube tiene forma de perro? Con Duke y Alcón nos mostramos los dientes. Hicimos más silencio. Yo me quedé dormido y lo último que me acuerdo haber visto fue una pelota naranja cayendo en el horizonte.
Gracias por permitirme contarles esto. No mucha gente escucha a los perros.