Artículo
El método Isauro
Una guía para escribir la realidad sin chamuyo
Por: Martina Matusevich
Martina Matusevich se pregunta, entre otras cosas, para qué sirve una revista, mientras intenta delinear las bases para un manual de comunicación popular. No desde cualquier lugar, sino desde la experiencia docente en el taller de revista de la Escuela Isauro Arancibia. Más de 400 personas que viven en la calle o en condiciones de extrema vulneración llegan cada día al centro educativo en San Telmo para educarse, socializar, aprender artes y oficios. Entre ellos, el de contar la realidad sin chamuyo. Un breviario sobre todo lo que debe ser cambiado, desde la educación y la comunicación.
diciembre 7, 2022
La Carlos #1

Hace tiempo daba vueltas en mi cabeza el deseo de escribir una guía de comunicación popular en el ámbito escolar basada en la experiencia docente en el taller de Revista de la Escuela Isauro Arancibia, a partir de la revisión de mi archivo de documentos y actividades, catalogados por años. El Isauro, como se conoce al espacio dentro de la educación popular, es un centro educativo que depende del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Está ubicado en el barrio de San Telmo y actualmente asisten más de 400 alumnes, entre niñes, adolescentes y adultes, en su mayoría en situación de calle y/o vulneración social.

Hace más de 20 años que las ranchadas que habitan la ciudad y el conurbano concurren a educarse, a acceder al derecho a la salud, a capacitarse en arte y oficios y también a recibir un abrazo y un plato de comida caliente. Muches de les estudiantes se levantan de la vereda y llegan a la escuela con su carpeta bajo el brazo y sus sueños a flor de piel. Van a la primaria, a la secundaria, dejan a sus niñes en el jardín y comienzan a concebirse como algo más que personas en situación de calle, víctimas y a la vez culpables de los males de la sociedad. Comienzan a ser estudiantes.

La historia de la Escuela tiene su origen en el año 1998.  Las primeras estudiantes del Centro Educativo fueron las trabajadoras sexuales agrupadas en el sindicato AMMAR. Ellas, que conocían la calle como nadie, me avisaron que había cantidad de chicos y chicas en Constitución que no iban a la escuela. Fuimos a buscarlos y en poco tiempo los chicos abrían sus carpetas y con total devoción ponían la fecha, pedían reglas y colores para hacer el trabajo de manera impecable, cuenta Susana Reyes, su fundadora.  Elegimos llamarnos Isauro Arancibia en homenaje a aquel gran maestro tucumano asesinado por la dictadura militar el 24 de marzo de 1976 de 120 balazos. Orgulloses llevamos su nombre.

Hace ya 15 años funciona en la escuela el taller de revista. Un taller de medios de comunicación que desde un principio se abocó a la producción colectiva de una revista impresa: La Realidad sin Chamuyo. Es una especie de fanzine a dos colores con una tirada de mil ejemplares en cada una de sus ediciones anuales. Los temas se deciden en clase por les estudiantes, que debaten, desarrollan, producen y diseñan todo el material de manera artesanal.

Les comunicadores son adolescentes y adultes con ganas de contar lo suyo y también de retrucar lo que se mal habla sobre elles en los grandes medios. La Realidad sin Chamuyo es un medio de contrainformación frente a los relatos que demonizan, subestiman, o romantizan con música de violines e historias de superación personal, la vida en la calle. Un espacio vital donde las experiencias que traen les alumnes se resignifican y dignifican.

Darle sentido al caos

Inmersa en la vorágine de noviembre, una noche, con dos clics arrebatados borré mi disco externo. En un instante perdí todo mi material isaurino: quince años atesorados. Las fotos, los PDF, las minutas, los videos. Cuando logré recuperarlos a través de una app, ya no eran los mismos. Los restos de mi archivo se me presentaron de una manera inesperada: transformados en 9.000 documentos, de los cuales muchos estaban rotos, duplicados y con nombres cambiados, aparecieron de manera desordenada, caótica, y a la vez marcándome una nueva clave de lectura. Algo que podría convertirse en una guía. Cada archivo que emergía evocaba una situación específica de la historia de la revista y del Isauro, un día concreto, una estrategia olvidada, la planificación de una sección nunca publicada, la minuta de la asamblea del martes 8 de octubre del 2012. El caos alumbró una manera diferente de revisitar la experiencia. Sistematizarlo pasó a ser una necesidad imperiosa.

La comunicación popular es una dimensión rica en posibilidades y experiencias diversas a las que nos podemos acercar por medio de la práctica y de la reflexión, tal como dice Fals Borda en la Investigación Acción Participativa (IAP). Estos apuntes no podría haberlos escrito si no hubiera sido por el trabajo colectivo que hace años venimos realizando les docentes de la escuela Isauro Arancibia. Pero el archivo tiene que materializarse en diversas formas, tangibles, leíbles, disfrutables, y en acervo para otres que quieran extraer algo de allí para sus experiencias.

Como dice Roberto Arias,Hay que creerse el cuento, compañeres. Así que sentí imprescindible en ese momento que lo que había aprendido en estos 15 años de estar al frente de tantas aulas del Isauro con el taller de revista quede registrado. Considero que la experiencia de coordinar la producción de este medio popular y educativo, la futura guía que estas notas se proponen comenzar a hilvanar, puede servir de insumo para otres. Sistematizar y crear marcos teóricos nuevos para poder abordar la comunicación popular cada vez con más comunidades específicas y así garantizar el derecho a la comunicación.

La experiencia isaurina para la construcción de un medio de comunicación gráfico tiene mucho para dar. Les pibis al socializar sus historias encuentran relatos comunes y comienzan a salir de esa sensación individual donde los sinsabores e injusticias de sus vidas solo dependen de su mala suerte o de haber hecho cagadas. Sus relatos encuentran resonancia con la historia social y política de un país que los ubica en un lugar injusto, que vulnera sus derechos, con sus deseos de salir adelante todos los días aún siendo vapuleades e invisivilizades, y también con compañeres que vienen de la misma, que escuchan, asienten y se solidarizan. Hablar de nuestras cosas nos hermana y nos organiza.

¿Para qué sirve una revista?

La construcción de La Realidad sin Chamuyo tiene un primer fin que es el más importante: hacer que quienes la escriben puedan pensarse como sujetos con opinión propia y válida. En nuestro taller les estudiantes debaten sobre diferentes temas que les interesan, se escuchan entre elles, se piensan dentro de una realidad más amplia y compleja y reflexionan.

Como todes, les estudiantes del Isauro consumen medios masivos de comunicación productores de discursos estigmatizantes que apuntan sus armas contra elles: los sectores más marginados y vulnerables. Sin una mirada crítica es muy difícil desarticular los discursos que señalan a esta población como peligrosa cuando en realidad está en peligro. En concreto, les pibis, en su gran mayoría, se ven y juzgan a sí mismos con esta vara que ignora los anclajes sociales, económicos y políticos que tiene cada historia de vida. No son elles les victimaries sino las víctimas de un sistema que no garantizó sus derechos desde la infancia y hoy se encuentran en situación de desventaja.

Desde la revista contextualizamos las experiencias individuales y las ubicamos en la historia del país. Reflexionamos para entender que nadie se salva sole, que nuestro héroe es colectivo. Analizamos los discursos meritócratas que nos señalan como únicos responsables de nuestras vidas y construimos una lectura de la realidad que nos permite tomar nuevas posiciones, proponer alternativas, imaginar otros destinos posibles.

El taller de revista es curricular, no es optativo, y eso le da legitimidad. Además, es un taller  histórico. No es discutible la participación en el mismo. Pero igual, nada de eso garantiza el interés. Al trabajar con personas que no vienen encuadradas en el sistema educativo en el que la mayoría nos insertamos a corta edad, se hace imprescindible reafirmar la importancia de tener nuestro propio medio de comunicación generando una épica, la posibilidad de decir nuestra verdad, nuestra realidad sin chamuyo.  

La dinámica de trabajo sobre cada tema empieza con un relevamiento de las ideas que traen les estudiantes. Las abordamos a partir de un buzón de inquietudes y luego generamos preguntas que cada une responde en su carpeta. Se hace una puesta en común y se descubren las ideas predominantes. Se ponen sobre la mesa los conceptos, los mitos, los prejuicios, los tabúes, las expectativas, los deseos, lo que se escucha, lo que se dice, lo que secretamente se piensa, lo que queda bien decir, lo que queda mal y lo no dicho. Se abre el plano para que entren todos los pensamientos, poniendo énfasis en el fluir sin condicionamientos de los conceptos, procurando la mayor honestidad y respeto grupal. 

Les estudiantes producen la revista durante todo el año, en algún momento se pierden, no saben para qué es el material o por qué estamos hablando tanto de un mismo tema. Se fastidian, no quieren dar los pespuntes finales, pensar los títulos, las introducciones. Las actividades que construyen los contenidos tienen que poder hacerse en tres o cuatro encuentros porque les pibis cambian: viene un grupo a una clase y a la siguiente viene otro distinto, a la tercera se arma un nuevo grupo con los de las otras dos clases más un estudiante nuevo que se enteró de nuestra existencia y se inscribió en noviembre (porque la matrícula del Isauro, a diferencia de otras instituciones educativas, está abierta todo el año).

Las planificaciones tienen que ser concretas, con la cantidad justa de vuelo y metáfora, así cada une imagina y produce lo que quiere, y con otra parte bien terrenal para que no sientan que están perdiendo el tiempo. Muchas veces les estudiantes adultes tienen la sensación de que si no están aprendiendo a leer, escribir, sumar y restar, están al pedo en la escuela y se molestan. Por más que nunca hayan ido al colegio, o hayan ido poco, es evidente que la hegemonía de las materias principales, respecto de todas las otras, cala hondo en el imaginario sobre lo que se aprende en la escuela.

Puede llevar varios encuentros que se genere un clima de confianza y se pueda debatir sin miedo. Cada une toma la palabra y la asume como propia, abriendo la posibilidad de una nueva forma de escucha del otre y de una reinterpretación del discurso dominante. De-construimos y descomponemos las ideas hegemónicas. A partir de la reflexión se intenta desentrañar las razones que fundan estos criterios como formas de reproducción de desigualdades. El resultado de esta indagación es la materia con la que se producen los contenidos, utilizando diferentes registros y géneros como el humor, la ficción, y la entrevista. Nuestras notas, además de exponer lo que pensamos y de denunciar lo que consideramos injusto, no se cristalizan en la queja sino que proponen otras maneras que nos contemplen en igualdad de derechos y posibilidades.

El desafío es disputar sentidos, llegar cada vez a más lectorxs y hacer que se conozca nuestro proyecto educativo a través de las ideas de sus estudiantes. Acceder a personas que no nos conocen es difícil. Requiere de un circuito que contemple la difusión y la distribución. Implica la articulación con otres y también de nuestros cuerpos presentes en actividades que no siempre podemos garantizar. 

Durante estos 15 años implementamos diferentes estrategias con distintos resultados. Podemos decir con orgullo que tenemos seguidores, amantes de nuestra publicación que esperan con ansias cada nuevo número. El proceso es lento, a veces parece que somos siempre les mismes, pero la realidad nos ofrece de tanto en tanto reconocimiento y satisfacciones que nos impulsan a seguir por el camino de la comunicación popular.

Encuentro, entre lo que queda de mi archivo, las fotos de aquella vez, en el 2008, en que llevamos una mesita a la Estación Constitución para que les pibis de las ranchadas supieran de nuestra existencia. Allí estaba la revista, como un regalo lleno de palabras de nuestres estudiantes para que aquelles que habitaban esa terminal vinieran a estudiar. Al ser un objeto que puede pasar de mano en mano, se distribuye con más facilidad entre quienes no acceden a dispositivos ni a internet. Durante la pandemia quedó más que claro que el estado considera que tener ambas cosas es un privilegio de todes, pero no es así. No hace falta ir a la provincia más recóndita para darse cuenta que el acceso a la digitalidad, si no se considera un derecho, sigue excluyendo a quienes menos tienen.  

Nuestros estudiantes se buscan y se encuentran en las páginas de la revista y se lo muestran a otres con orgullo: yo escribí esto,acá estoy en la foto. La revista les da pertenencia, es un carnet de identidad isaurina. También la leen docentes de otros espacios, estudiantes de carreras terciarias y universitarias y personas que se involucran con la defensa y el cumplimiento de los Derechos Humanos.

Por nuestra escuela pasan muchas personalidades de la cultura, la política, el espectáculo  y otros ámbitos, para que les estudiantes les entrevisten para la revista. En algún momento de nuestra historia nos pareció que tener una figura famosa en la tapa nos iba a augurar más ventas. No sé si eso funcionó, pero siempre es una fiesta isaurina recibir visitas. 

Para realizar las preguntas primero nos empapamos del entrevistade:  vemos videos, leemos biografías y sumamos toda la información que pueda servirnos. Luego, cada estudiante comienza a escribir qué le preguntaría, pensando en distintas aristas: su infancia, su carrera, sus alegrías, sus miedos, sus deseos y más. Cuando todes formularon sus preguntas, armamos un cuestionario colectivo que es el que va a girar de mano en mano el día de la entrevista. No hace falta tener una pregunta propia o haber participado de la construcción del cuestionario, ese día todes podemos leer en voz alta la pregunta que nos toque y practicar el rol de entrevistador.

Recuerdo que cuando preparamos la entrevista a Diego Capusotto les pibes disfrutaban mucho de todos los personajes (de Peter Capusotto y sus videos), salvo el de Micky Vainilla. Era imposible hacerles entender que la misma persona que hablaba de fasoooo» también se transformaba en alguien tan aberrante. Decían que cuando viniera lo iban a cagar a trompadas. Llegó el día de la entrevista y en la ronda le contamos a Capusotto lo que sucedía con este personaje maldito. Él no se sorprendió para nada, les dijo que era un personaje horrible, que no podía hacer reír a nadie, que quienes se reían con Micky Vainilla eran iguales a él y que él lo había inventado para sacarles la careta.

También me acuerdo de la vez en que entrevistamos a Ricardo Mollo. Cuando agarró la guitarra, el primer tema que le pidieron que toque era de Gustavo Cerati. Mollo dudó de si sabía tocarlo o no, pero finalmente lo interpretó hermosamente. En otra ocasión, vino el dúo Bife. A su cantante, Javiera Luna Fantin, le señalaron que usaba calzas blancas y respondió que San Martin también usaba calzas blancas y nadie le había dicho nunca nada.

La curiosidad inicial, tanto de les pibes como de les entrevistades, deviene siempre en abrazos, sonrisas, fotos y cholulaje. El encuentro con otres tan diferentes se volvió un ritual para ambas partes.

Pedagogía sin chamuyo

Como docentes intentamos trabajar siempre desde la pregunta y nunca desde la afirmación. Somos puentes. Mediadoras de saberes de personas y comunidades que tienen vidas muy diferentes a las nuestras. No opinamos ni hacemos juicios de valor sobre lo que nunca vivimos. Aprendemos a escuchar, registrar y, luego, colaborar en el armado artesanal de un relato coherente donde les estudiantes se encuentren y se sientan representades. El trabajo es en parte el de ayudar a darle forma y palabras a la identidad. Viabilizar el encuentro de historias e intereses en un producto comunicacional.

Para planificar cada clase, desde que empezamos hasta hoy, nos juntamos una vez por semana con Vicky Yornet, mi pareja pedagógica. Esto es así porque no es posible pensar dos encuentros seguidos ya que en cada uno les estudiantes aportan contenido para la próxima clase con sus comentarios, opiniones, preguntas y reflexiones. Escuchamos para registrar y volvemos a pensar en lo dicho para repreguntar e ir llevando el tema hacia un estadio de mayor profundidad.

Aprender esta forma de coordinar nos llevó años y todavía hoy seguimos descubriendo matices. ¿Cuántas veces nos la dimos de frente cuando llegábamos orgullosas al aula con nuestros pañuelos verdes en la muñeca presuponiendo que todes estaríamos de acuerdo con el derecho al aborto? ¿Cuántas veces, quienes se están alfabetizando, nos preguntaron «¿qué dice acá?« si publicábamos la revista con lenguaje inclusivo?

En nuestro taller contamos cómo es vivir en situación de calle, qué significa sentir la discriminación social cotidiana, sentirse no mirade, o que se crucen de calle cuando te ven. Las docentes preguntamos, ahondamos, tratamos de transformar los testimonios en datos objetivos, socializamos lo que va emergiendo, fortalecemos los relatos con los aportes de todes. Acompañar, preguntar, no dar nada por sentado y entender nuestro rol como mediadoras de la palabra. Respetar hasta lo que nos cuesta escuchar.

Cada año, los temas se repiten, los intereses son comunes, los atraviesan e implican desde su condición de jóvenes y desde su contexto social. Vivir en la calle, la vulneración de sus derechos por parte del Estado, los consumos problemáticos, las ganas de insertarse en el sistema, la violencia que viven a diario, así como también el amor, los vínculos, la cultura, el trabajo y sus preguntas existenciales son algunas de las temáticas que reaparecen. ¿Cómo hablar año tras año de los mismos grandes tópicos pero cambiando el punto de vista? No tenemos la respuesta, pero el desafío nos estimula.

Encuentro en un documento de Word un cartel que me remite al emprendimiento de venta de la revista, un intento bastante fructífero pero muy complejo de que les pibis puedan venderla en la vía pública y eventos y con esa ganancia imprimir el nuevo número y que elles se lleven un peso. Me río sola con cada documento que encuentro porque me hacen recordar lo difícil que fue cada vez que el dinero se mezcló en el vínculo docente-alumne. La cantidad de estatutos, reglamentos internos, cartas de compromiso y planillas de control que inventamos para intentar normar algo que se nos iba de las manos: la necesidad económica y nuestro afán de tratar de hacerlo bien.

La revista como emprendimiento productivo siempre fue un tema delicado. La necesidad económica no se lleva bien con los inicios de un proyecto. Además, el hecho de no tener una imprenta propia y mandar a imprimir afuera nos deja un hueco en la producción y en la comprensión del proceso. En el taller de panadería se parte de hacer las cuentas para comprar la harina e insumos y luego se amasa, se produce el pan y se vende. El emprendimiento de producción y venta de revistas tiene un vacío en su relato. 

Les pibis la producen en el aula y cuando llegan los ejemplares en las cajas desde la imprenta hay que realizar un camino de reconocimiento donde se lean, se vean en fotos y puedan apropiarse del material. Esto hace que muchas veces quienes la venden no son quienes la escriben y el emprendimiento se desdibuja y aparecen preguntas que se nos hacen insólitas: ¿hay que formar a les pibis en venta ambulante? También tuvimos que entender con desilusión que la venta de la revista, con el pequeño andamiaje que pudimos construir, no iba a poder resolver las tremendas situaciones económicas que viven les estudiantes. La instancia de venta funciona como un lugar de encuentro, un espacio para formarse en el trabajo colectivo, aprender a respetar al otre, entender cómo armar un puesto, inventar un chamuyo de venta que salga de corrido, dividir el dinero de manera honesta y mucho pero mucho más. Insertarse dentro de la Economía Social y Solidaria implica mucho tiempo, cuerpo y cabeza.

Quienes habitamos el Isauro tenemos que poder abandonar nuestra “subjetividad heróica”. Como dice Elena de la Aldea, la subjetividad heroica es un obstáculo para el trabajo comunitario. Parte de la idea de que el trabajador social es un héroe que va a salvar a la población de sus problemas, respaldado por la institución de la que proviene. O sea, entender que la realidad nos excede y que no podemos salvar a nadie. Pero sí sabemos y hacemos de esto nuestra bandera: ningún pibi que pasa por nuestra escuela vuelve a ser la misma persona cuando comienza a percibirse estudiante.

La realidad sin chamuyo es una revista que busca construir sentidos compartidos por esta comunidad; salir del callejón sin salida de lo injustamente predestinado; construir una nueva perspectiva, impregnada de otras realidades. Acercar, descubrir en detalle situaciones particulares: humanizar. Ponerle nombres y rostros a quienes en la calle traspapelan su identidad con el ruido. A quienes no se ve ni se escucha, y se naturaliza en la exclusión. 

Este descubrimiento nos pide acción, organización, entendimiento crítico y capacidad de producir nuestros propios discursos, los que por fin nos representen. De esta manera se invita a quienes nos leen a introducirse en un análisis que contextualiza las historias y reubica las responsabilidades. Poder brindar una buena entrevista, una leyenda, contar lo que saben sobre un personaje de la historia es en sí mismo reivindicativo. Retomar la palabra desde este nuevo discurso significa re-vincularse con la sociedad desde un lugar crítico y empoderado.

En palabras de Paulo Freire, Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra. Y nosotras, con Inés Guerrero, docente de nuestra escuela, agregamos: decir la propia palabra es el inicio de la creación de una nueva historia.

 

Autor

  • CABA
    Nacida y criada en CABA, es Comunicadora Social (ISTLyR) y fotógrafa. Docente de Comunicación, integrante de la comisión de comunicación y coordinadora del taller de revista La Realidad sin Chamuyo de la Escuela Isauro Arancibia. Además, trabaja en la Subdirección de Medios Comunitarios y Pluralidad de voces de ENACOM y es astróloga y tarotista. Cuando se jubile la verán con un mantel esotérico paseando por el mundo.

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    Nacida y criada en CABA, es Comunicadora Social (ISTLyR) y fotógrafa. Docente de Comunicación, integrante de la comisión de comunicación y coordinadora del taller de revista La Realidad sin Chamuyo de la Escuela Isauro Arancibia. Además, trabaja en la Subdirección de Medios Comunitarios y Pluralidad de voces de ENACOM y es astróloga y tarotista. Cuando se jubile la verán con un mantel esotérico paseando por el mundo.

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