Al mirar el porvenir, me gustaba poco lo que veía
Charles Bukowski, La senda del perdedor
Los 62 episodios de Breaking Bad (organizados en cinco temporadas emitidas entre septiembre de 2008 y enero de 2013) y los 63 episodios de Better Call Saúl (reunidos en las seis temporadas que se estrenaron entre febrero de 2015 y agosto de 2022), conforman la saga completa de esta única historia dirigida por Vince Gilligan que mantuvo por casi una década y media la tensión que otrora se concentraba en unas horas de un buen film. Las imágenes cuidadas, la buena música, las excelentes actuaciones y una trama atrapante hicieron de estas series un fenómeno que cosechó seguidores en el mundo entero. A continuación, la primera parte de un trabajo que busca indagar en la historia de Saúl Goodman y Kim Wexler, la pareja que enamoró a hombres y mujeres del planeta, y sus vínculos con la tradición literaria que hace de la figura de la derrota la estética predilecta de un tipo existencial.
“Siempre estás en el peor momento” (Jimmy -Saúl)
Saúl Goodman aparece como tal en el emblemático episodio ocho de la segunda temporada de Breaking Bad, titulado “¡Llama a Saúl!”, que comienza con un muchacho (Branden Mayhew) sentado en un banco que tiene impresa la leyenda “Better call Saúl. Saúl Goodman” y un número de teléfono.
En pocos minutos podemos ver los que serán los rasgos centrales de este personaje que irá ganando espacio y profundidad durante el resto de temporadas de esta serie, hasta conquistar la suya propia: el número de teléfono del abogado en una publicidad callejera; la ayuda legal a un pibe enredado en un problema de drogas; el lavado de dinero; una historia mínima y sencilla que lleva a una historia mayor y más compleja.
Por todo esto ese capítulo resulta fundamental para el desarrollo de toda la historia de ambas series. En él vemos que Branden –amigo de Jesse– cae preso, y Saúl acude en su ayuda, diciendo que debe depositarle una cantidad de dinero a nombre de Ice Station Zebra Asociados, una “empresa de préstamo 100% legal”, dice Saúl, y aclara, por si hiciera falta: “por cuestión de impuestos”. Es en ese mismo episodio que vemos a Jesse Pickman acudir a Saúl, luego de comentarle a su socio Walter White que es el abogado que anteriormente ha sacado a su amigo Emilio de la cárcel, dos veces, y en momentos en que “las tenía fea”. Si bien Saúl logra sacar a Brandon de la prisión (con la condicional), por la gravedad del asunto –les explica– alguien debe pagar por los delitos. Es ahí donde el abogado acude a su ingenio –luego de ser secuestrado por Jesse y Walter y amenazado de muerte en el desierto–, y hace pasar por delación (a Heisemberg, alias con el que la DEA conoce a Walter) un gran negocio: otro hombre de rasgos parecidos a Walter, con un frondoso prontuario (pasó más años tras las rejas que en libertad), acepta ir a prisión en su lugar, a cambio de recibir un kilo del cristal fabricado por el dúo y 30.000 dólares. Negocio redondo: el ex convicto regresa a lo que considera su ambiente natural, los fabricantes de cristal zafan del enredo y Saúl… ¡es quien cobra la mayor parte de dinero! (50.000 dólares). “¿La conciencia es cara, verdad?”, le dice Saúl a Walter cuando éste le entrega el dinero, como para rematar la escena.
Luego de este hecho, y de un trabajo de seguimiento, Saúl llega hasta Walter, quien trabaja como profesor de química en un colegio. Lo localiza con facilidad, porque su “detective”, Mike, lo ha investigado (Micki Ehrmantraut es otro de los personajes entrañables de esta historia. Se conocen con Saúl en Tribunales, cuando él –Mike– trabaja cobrando los ingresos al estacionamiento, y Saúl va y viene con su auto que se cae a pedazos intentando ganarse la vida con su nuevo oficio). El abogado le advierte al profesor que no es bueno que un hombre tan buscado como él sea tan fácil de encontrar. Y es allí cuando se produce entre ambos un diálogo fundamental para nuestro enfoque, porque aparecen entremezclados en él tres rasgos centrales de la historia: las referencias del mundo cinematográfico, literario y del delito.
Saúl le dice a Walter que puede ayudarle a esconder bien su dinero y que si bien hasta el momento supo ser un buen Fredo (personaje secundario del film El padrino) con sus consejos puede llegar a ser Vito Corleone (personaje central de la película de Francis Ford Coppola). “Su cristal es bueno, y me gustaría tomar parte de ello en forma discreta y silenciosa”, comenta Saúl, quien agrega que, durante sus años en la secundaria, “con química no se le daba”, porque era “más bien de la literatura”. Para finalmente rematar el capítulo con su frase predilecta:
–Si quiere ganar más dinero y conservar el que tiene… Puf, ¡llame a Saúl!
Pero: ¿quién es en verdad Saúl, más allá de anecdotarios?
Dos definiciones y un comentario resultan fundamentales para caracterizar a nuestro personaje. La primera definición la brinda Jesse en el ya mencionado episodio ocho de la segunda temporada de Breaking Bad, cuando le dice a Walter:
–Cuando la cosa se pone fea no quieres un abogado criminalista, quieres un abogado criminal.
La segunda definición la brinda el propio Saúl, ni bien deja atrás su identidad de Jimmy McGill y se cruza con Howard, el socio de su recientemente fallecido hermano Charles.
–¿Quién es Saúl?– pregunta Howard en el tercer episodio de la quinta temporada de Better Call Saúl Y Jimmy responde:
–Saúl Goodman es la última línea de defensa para un tipo normal. ¿Te has aventado al río? Él es tu bote. ¿Te están pisando? Él es un palo afilado. ¿Tienes a Goliath encima? Saúl es el tipo con la onda. Corrige los errores. Es amigo de quienes no tienen amigos. Ese es Saúl Goodman.
Resulta interesante reparar en el final del diálogo, cuando Howard (que se retira minuto después en un BMW, mientras Saúl lo hace en un viejo Suzuki Steem), con todo el tono canchero del tipo adinerado, refinado y con –como diría el sociólogo Pierre Bourdieu– todo el “capital cultural” encima, le pregunta a su contrincante si Jimmy McGill no podría hacer lo mismo, y éste le responde que quizás sí, pero que, lo de por hecho, “Saúl Goodman sí puede hacerlo”.
Hay veces en que hay que trazar líneas de fuga para huir del dispositivo familiarista, hacerse imperceptible incluso a riesgo de sumergirse en los abismos, para poder devenir otro. Algo de eso hace Jimmy al rechazar la propuesta de Howard de sumarse al prestigioso bufete del que fue parte su hermano mayor, oportunidad que durante tanto tiempo le había sido negada. Jimmy la rechaza con el orgullo de todo re-sentido, aquél que re-siente en el cuerpo las marcas de la humillación. No se trata de la libertad, pero sí, de encontrar una salida, como señalaron Gilles Deleuze y Félix Guattari en su libro sobre Kafka. Pero como ambos filósofos destacan en el segundo tomo de su capitalismo y esquizofrenia (Mil mesetas), la madriguera puede taponarse, y la línea de fuga, puede devenir línea de muerte.
Algo de esto quizás pudo intuir tempranamente Kim Wexler –el otro par fundamental de esta historia, como veremos en otra entrega de este texto que será publicada en este mismo medio–, cuando en el episodio nueve de la cuarta temporada –luego de que a Jimmy le rechazaran la posibilidad de volver a ser abogado, tras haber perdido la licencia— le lance su comentario certero (cuando él le reclama atención por encontrarse en su peor momento, luego de que ella le haya bancado todo):
–Siempre estás en tu peor momento, Jimmy.
Pero nuestro personaje no parece registrar ahí ninguna adversidad. Y tal vez por eso, en un nuevo encuentro con Howard (cuando le diga su “No” rotundo a la posibilidad de incorporarse a HHM), Saúl dispare su frase premonitoria:
–No puedes concebir de lo que soy capaz.
“Debes encontrar tu camino” (Jimmy- Chuck- Saúl)
Por momentos, Saúl parece poseer el don de la palabra que salva vidas, pero en otros momentos, la suya es una palabra de muerte, incluso cuando él no lo desea así.
Better Call Saúl se inicia con ese blanco y negro que irá creciendo hacia el final (contraste de colores que ya había aparecido en el primer y último episodio de la segunda temporada de Breakind Bad), anunciando futuros oscuros, que se aclaran a nuestra mirada una vez que conocemos la historia y lo que va pasando con cada uno de los personajes. Pero ese blanco y negro del futuro pasa enseguida al color, al presente, que también se irá haciendo más colorido en la medida en que se produzca el proceso de mutación de Jimmy McGill en Saúl Goodman.
Los primeros minutos del primer episodio de la primera temporada de Better Call Saúl son emblemáticos en ese sentido: él, ya abogado, ensaya en el baño de Tribunales (¡lugar de mierda si los hay!) aquello que va a decir minutos después en la sala: la “idiotez” típica de la que se es capaz a los diecinueve años, momento de la vida en el que se hacen cosas que el mundo adulto debería poder comprender y perdonar. ¿Habla de sus defendidos, unos jóvenes desagradables que han tenido sexo con la cabeza de un cadáver arrancada del resto del cuerpo para ser filmada en un video, o de él mismo, y de sus travesuras de cuando era joven?
En ese episodio vemos a Saúl visitar su pueblo natal, y encontrarse con un viejo amigo, con quien hacía travesuras de joven… y con quien vuelve a hacerlas entonces. Si bien el amigo le toma la mano antes de morir, y le dice a Jimmy que esos momentos de reencuentro han sido las horas más felices de su vida, lo cierto es que el hombre muere de un paro cardíaco tras el regreso de Jimmy, y de su contacto con él para sumergirse nuevamente en el mundo de las pequeñas estafas.
Ese comienzo de la serie es de algún modo, entonces, el inicio de todo el proceso de mutación: lo vemos a Jimmy trabajando como abogado de oficio por dos mangos, juntando casos, obsequiándole peluches a la empleada administrativa del Palacio de Justicia para que le haga pequeños favores que faciliten su trabajo, yendo y viniendo con su auto destartalado para todos lados, renegando con Mike para que no le cobre recargo en el estacionamiento, todo para para ganar un poco más de dinero.
Así es como vemos a Jimmy –en esta primera temporada de Better Call Saúl— contratar a unos adolescentes para que finjan ser atropellados mientras andan en skate (para poder luego salir él en su ayuda legal), luego –en la segunda temporada– lo vemos cómo inicia su camino de estafador, cuando de niño siente ese rechazo profundo hacia el carácter “buenudo” de su padre, al que todos estafan. El problema es que sus buenos muchachos estafan a la persona equivocada: la abuelita de Tuco, uno de los narcos más sanguinarios. Y cuando Jimmy acude para asesorarlos, se topa con una situación que casi los lleva a la muerte a todos. Pero su palabra salvadora es la que evitará que Tuco asesine a los adolescentes en el desierto (así como él mismo salió del enredo del simulacro de asesinato –por parte de Jesse y Walter–, también en el desierto, en el ya mencionado episodio de Breakin Bad). Pero no hay bien que por mal no venga, podríamos decir, invirtiendo el dicho popular, porque de ese “momento salvador” (las comillas son porque, si bien salvan la vida, sus dos muchachos regresan con sus tobillos quebrados por Tuco), surgirá el contacto con Nacho, otro narco que rápidamente va a contactarlo para realizar una estafa (Nacho, otro que termina transitando la senda del perdedor en su búsqueda de salvación, cuando acepte ser asesinado a cambio de salvar la vida de su padre, a quien ama, y quien lo rechaza por haberse involucrado con los narcos). Esto decía, en la primera temporada.
En la segunda temporada, el problema surge cuando su hermano Chuck le dice que, ese camino de estafador que comenzó de niño (robando pequeñas cantidades de dinero de la caja del negocio de su padre) fueron el comienzo del fin de la perdición de la familia.
La escena nos recuerda a ese lema borgeano que sostiene que es en un instante que cada hombre define su destino (“Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”, escribe Jorge Luis Borges en su cuento “Biografía de Isidoro Tadeo Cruz”). Tal vez por eso, en la tercera temporada de Better Call Saúl, vemos como es Chuck quien embauca a Jimmy con su propio detective privado, y termina enviándolo a prisión, no sin antes decirle: “debes encontrar tu camino, Jimmy, antes de destruirte a ti mismo, o destruir a otra persona”.
Sus palabras suenan premonitorias: “debes encontrar tu camino”. Pareciera como si esa interpelación de su hermano mayor surtiera el efecto contrario al esperado, y lo empujaran a Jimmy al delito, ya que tras quedar inhabilitada su matrícula de abogado, él inicia un camino concatenado de estafas que lo llevarán a la perdición (también podría pensarse esta historia de novela audiovisual de plataformas bajo los parámetros en que Ricardo Piglia analizó el cuento, a saber: las tesis que sostienen que un cuento siempre alberga dos historias, una superficial que se cuenta de manera transparente y otra oculta que se narra en forma de elipsis y que es el final donde cobra sentido la experiencia -narrativa- y ambas historias se rebelan y entrecruzan).
Luego de perder su matrícula, para ganarse la vida de manera honrada, Jimmy arma una productora de avisos publicitarios, en los que aparece disfrazado, encarnando el personaje de un hombre que vende publicidad, llamado Saúl Goodman. Pero ni bien alguien rechace sus ofertas publicitarias, Jimmy lo estafa, como en el caso del negocio de música, en donde finge un accidente para que le paguen por sus dolencias. También vemos cómo estafa (con su labia deslumbrante) al supervisor del trabajo comunitario (que debe hacer como parte de su castigo hasta cumplir su pena), cuando ve que el hombre no le permite a uno de sus compañeros ir a visitar a su hijo enfermo al hospital (cuestión que finalmente logra, no sin obtener a cambio tirarse a descansar él mismo en vez de juntar basura en una bolsa como los demás condenados). El camino parece no encontrar límites: luego vemos a Jimmy estafar a personas en la búsqueda por beneficiar a Kim, su compañera y amante, en los casos jurídicos que ella lleva adelante. Más tarde va a estafar a una de sus ex clientas, una viejita de un geriátrico, a quien visita con galletas en mano, diciendo que él mismo las horneó, cuando en verdad las ha comprado, y lo vemos retirarse del lugar tras convencerla de que llegue a un arreglo del que él va a obtener un millón de dólares. Por último, Jimmy estafa a su hermano: logra que le quiten la obra social, lo expone ante un tribunal (mostrando que no está enfermo como argumenta, sino que se trata de un trastorno psíquico). La tensa relación entre ambos termina con el suicidio de Chuck: es el cierre de la tercera temporada de Better Call Saúl, cuando nuestro personaje se encuentra a mitad de camino de su tormentosa historia; momento en el que el Jimmy McGill recupera su licencia de abogado, pero rechaza continuar el legado de su hermano, sumándose al prestigioso bufete HHM, y pasa a trabajar como el abogado Saúl Goodman, tal como lo conocemos en el episodio ocho de la segunda temporada de Breaking Bad.
“Nuestras decisiones nos ponen en un camino” (Saúl- Mike)
Una decisión resulta fundamental en la vida de nuestro personaje: el momento en que deja atrás su identidad de Jimmy McGill y pasa a registrarse legalmente como Saúl Godman.
Es en el episodio uno de la quinta temporada de Better Call Saúl que Jimmy le dice a Kim que, al fin y al cabo, el hecho de haber dejado de ejercer la abogacía ese tiempo no le hizo perder un año de carrera, sino que fue una oportunidad para ganar referencia. Y si bien Kim intenta hacerle ver otro costado del asunto (“me preocupa cómo repercutirá todo esto en tu imagen”), él insiste en señalar que no puede volver a ser McGill, que Jimmy siempre será el hermano perdedor de Chuck. Es ahí cuando afirma ser “el abogado de los perdedores”, y aparece por primera vez con una corbata naranja, una camisa amarilla, un traje azul. Como una víbora, Jimmy va a cambiar su piel por la de Saúl.
De allí en más va a dedicarse fervorosamente a tomar casos, y defender todo tipo de personas de los bajos fondos, como puede verse cada vez que aparece una toma del hall de su estudio. Pero por sobre todas las cosas, va a embarcarse en un vínculo que, si bien no fue buscado, va a determinar el resto de su vida: la relación con los narcos.
–¿Quieres ser amigo del cartel?– le pregunta Lalo Salamanca (en el episodio siete de la quinta temporada), a quien Saúl defiende primero mientras éste conserva otro nombre, pero incluso luego, cuando ya sabe quién es, y a pedido de Mike, lo saca bajo fianza siguiendo las pistas de la estrategia elaborada por Gustavo Fring –el jefe narco– en su plan de hacer trabajar a Nacho para él, pero en filas enemigas. Pregunta similar le hace Kim, pero incluso con una respuesta entre líneas, puesto que la interrogación viene con el añadido: “¿o quieres ser un soplón?”
Las cartas parecen estar echadas ya en ese momento. Por eso cuando esta quinta temporada vaya llegando hacia el final, y tras hechos de sangre y odiseas por el desierto en las que Saúl realmente pone en juego su vida (y expone la de Kim), Saúl comprenda cabalmente la situación en la que se encuentra, luego de la siguiente respuesta de Mike a su pregunta: “¿en qué me he metido?”. Responde el viejo investigador y jefe de seguridad del chileno Fring:
–Todos tomamos nuestras decisiones, y esas decisiones nos ponen en un camino. Luego piensas en salir pero entonces vuelves a él, y nada, nada se puede hacer con eso.
Jimmy conoció a Mike en Tribunales cuando éste parecía ser otro perdedor más, hombre del subsuelo existencial que se ganaba la vida, cada día, subiendo y bajando una barrera para que pasaran los autos, cobrando tickets y siendo recto, cuidando a su nieta, ayudando a su nuera, en fin, intentando todo el tiempo “hacer lo correcto”. Pero luego sabemos por qué no lo logra, y termina sumergido en el mundo del narcotráfico y el delito: desgarradora historia del asesinato de su hijo, también policía como él, por parte de otros camaradas de armas, corruptos, que no le tenían confianza. Mike aconsejó mal a su hijo, quien murió finalmente aceptando una coima por sus recomendaciones, muriendo con esa mancha en su conciencia.
En la serie vamos viendo cómo Mike no puede vivir con ese remordimiento, por más que se esmere en ayudar a su nuera con dinero, cuidar a su nieta e intentar ir por el camino correcto, finalmente ejecuta a los responsables de la muerte de su hijo y por tratar de ayudar a un cliente (Nacho, e indirectamente al padre de éste, con quien se siente identificado porque ve que quiere salvar a su hijo haciendo que vaya por el camino recto) termina en una larga cadena de enredos que lo llevan a trabajar con Fring para vengarse de Héctor Salamanca (el jefe narco de la otra banda, con quien Mike se topó al tratar de ayudar a Nacho). Pero en esa charla en el desierto, cuando Mike y Saúl casi mueren juntos, el viejo ex policía –a diferencia del abogado- muestra que si pudiese hacer las cosas de otro modo, regresaría al pasado, no tomaría la primera coima que aceptó en su vida, y volvería al futuro para ver que todos los suyos estén bien, mientras que Saúl dice que aprovecharía la ventaja de viajar a través del tiempo para hacer más dinero (el mismo tema vuelve a salir luego, en la siguiente temporada, en una charla entre Saúl y Walter White, cuando éste le diga que en verdad lo que él está buscando es una justificación para sus actos, y que nota que siempre ha sido igual, algo que por su parte también le echa en cara Howard, cuando le diga que su hermano Chuck lo sabía de toda la vida, que él “era así”).
Quizás podemos pensar que fue en ese afán por salirse de la senda del perdedor que Jimmy se entrecruzó con los narcos (protagonistas de las otras tramas de las series). Incluso sin buscarlo terminó ligado a ellos, trabajando para ellos (como veremos en otro texto de esta serie que iremos publicando en este medio). Al fin y al cabo, de no haberse producido esa situación, podemos suponer que algo similar hubiese sucedido. Porque como ya se ha dicho, borgeanamente, cualquier destino consta de un solo momento en que el hombre sabe para siempre quién es. Jimmy lo supo ese día, al mirar a su padre ser nuevamente estafado. Él no estaba dispuesto a seguir la senda del perdedor: tomó dinero de la caja del negocio familiar, y se mostró dispuesto a repetir esa escena una y otra vez.
Continuará…