Especial
Profesión: fotógrafo
Ernesto antes del Che
Por: Cora Gamarnik, El cartel de Suarez
De la polifacética figura de Ernesto Guevara se ha investigado casi todo, sus viajes, su transformación política, su familia, su salud, sus lecturas, su relación con el marxismo, sus textos, su vida como viajero, como médico, guerrillero, comandante. Sus cargos en Cuba una vez que triunfó la Revolución, su viaje al Congo y a Bolivia, sus diarios, su asesinato. Se ha estudiado también al Che como mito y como ícono. Pero hay una faceta aún poco explorada y es el corpus de fotografías que Ernesto Guevara sacó a lo largo de su vida. Tanto en los viajes que realizó antes de sumarse al Movimiento 26 de julio como luego, ya siendo comandante de la revolución cubana. Son imágenes de alguien que ejerció la fotografía de forma constante a lo largo de toda su vida, incluso como fuente laboral y que la siguió utilizando como complemento de sus diferentes funciones cuando ya ocupaba altos cargos de gobierno durante la revolución cubana.
junio 15, 2023

Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de mayo de 1928 y vivió sus primeros años en Caraguatay, provincia de Misiones. Si bien en el documento figura que nació el 14 de junio de 1928 en la Ciudad de Rosario (Argentina), en realidad, según relata la escritora Julia Constenla, amiga de Celia de la Serna, ella le reveló que Ernesto nació el 14 de mayo, pero decidieron ocultar la fecha verdadera y anotarlo un mes más tarde debido a que había quedado embarazada antes de su casamiento. Hay fotos de Ernesto en aquella época en Misiones, escenas familiares cotidianas, fotografías tomadas en ambientes exteriores y en su casa. 

Archivo familiar en Caraguatay.

No son los clásicos retratos familiares posados en un estudio profesional –típicos de la época en los hogares de clase media alta– sino tomas de exteriores realizadas con cámaras que estaban en poder de la familia. En algún momento antes de que emprendiese su primer viaje por Argentina, su padre, aficionado a la fotografía, le regaló una cámara de ‘Baquelita’. Era una cámara elemental hecha de chapa de metal que se fabricaba en el país desde fines de los años 40. El primero de enero de 1950, Ernesto emprendió una travesía hacia el norte argentino. Tenía 22 años e inició el recorrido en una bicicleta a la que le agregó un motor. Fue una travesía que incluyó las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy. Recorrió más de 4.500 kilómetros atravesó sierras, valles, salinas, yungas y montañas. Antes de partir le tomaron una foto donde se lo ve con varias pertenencias: una cubierta de bicicleta rodeando su torso y de la muñeca izquierda le cuelga una cámara de fotos.

Archivo Centro de Estudios Latinoamericanos Che Guevara.

Lamentablemente no se conservan fotos suyas de ese primer viaje pero hay una anotación relevante en su diario: “¿Que veo yo? Por lo menos no me nutro con las mismas formas que los turistas (…). No, no se conoce así a un pueblo, una forma y una interpretación de la vida, aquello es la lujosa cubierta, pero su alma está reflejada en los enfermos de los hospitales, los asilados en las comisarías o el peatón ansioso con quien se intima, mientras el Río Grande muestra su crecido cauce turbulento por debajo. Ernesto no quiere viajar como un turista más, se solidariza con quienes están en hospitales y comisarías, se propone encontrar ‘el alma’ del pueblo. Al mismo tiempo es sensible a los paisajes que atraviesa. La observación y la descripción detallada de lo que ve, va a ser su modo de conocimiento. El diario personal y las fotos, la forma de transmitirlo.

En el primer viaje por el norte argentino enfrentó dificultades, se conectó con otras realidades, salió de la comodidad hogareña y conoció una parte de su país. Durante este recorrido visitó un leprosario en la ciudad cordobesa de Francisco del Chañar donde trabajaba su amigo Alberto Granado y realizó una breve práctica como asistente de médico en el hospital de la ciudad de Salta. 

No era usual en ese momento en Argentina que un joven emprendiese un viaje de ese tipo. Menos común era hacerlo en una bicicleta motorizada. Lo excepcional de su viaje lo demuestra el hecho de que la empresa fabricante del motor que Ernesto agregó a su bicicleta se interesó por su travesía y le ofreció realizar un aviso publicitario para difundir la marca del motor. El aviso fue publicado en la revista deportiva El Gráfico en la página 49 de la edición del 19 de mayo de 1950. La publicidad incluía la foto de Ernesto Guevara en su bicicleta y una carta suya donde decía: Ha funcionado a la perfección durante mi largo viaje y solo observé que hacia el final perdía compresión, razón por la cual la envío a usted para reparación”. 

​Aviso publicado en la revista El Gráfico, página 49 de la edición del 19 de mayo de 1950.
Archivo Centro de Estudios Latinoamericanos Che Guevara.

A pesar de que su nota era para un aviso publicitario es sincero en su escritura. Las distintas entrevistas que les hicieron en distintos pueblos luego, en su viaje con Alberto Granado, también demuestran lo inusual que era por entonces viajar de esa manera.

Ernesto viaja en una búsqueda personal, de nuevas experiencias y de conocimiento. Prefiere moverse en pequeños pueblos y zonas campesinas antes que en grandes ciudades. Ese primer viaje resultó un buen ensayo para lo que vendría después.

Su segundo viaje lo conocemos sobre todo por su diario que se publicó con el título de Notas de Viaje, fuente de la reconstrucción que se realizó para el cine en la película Diarios de Motocicleta (Walter Salles, 2004). Después de dejar un trabajo en la marina mercante viajó a Córdoba y comenzó a organizar con Alberto Granado un viaje que se inicia hacia el sur argentino y luego va subiendo desde el sur chileno hacia otros países de Sudamérica. Ambos amigos parten en una motocicleta Norton de 500 centímetros cúbicos de cilindrada a la que llamaban «La Poderosa II». Salen a fines de 1951. Ernesto se saca un autorretrato antes de partir. En la reconstrucción que se realiza en Diarios de Motocicleta se recrean en blanco y negro varias fotos que Ernesto pudo haber tomado y que también se perdieron. El director recurrió a algunas fotografías que se conservaron y al testimonio de Alberto Granado para poder recrear ciertos encuadres y construir escenas. 

Fotos del segundo viaje realizado por Ernesto Guevara y Alberto Granado y recreaciones de la película Diarios de Motocicleta (Walter Salles, 2004).

Este segundo viaje no tiene una meta de llegada. El propio trayecto es el destino. Los dos amigos tienen un amplio interés por conocer América y un amor por el camino, por la sensación de libertad y aventura. En el recorrido se encuentran con personas variadas, representantes de todas las clases sociales, estados, religiones, nacionalidades, edades. Ernesto Guevara demuestra una gran versatilidad para moverse de un lugar a otro del espacio social e interactuar con todxs. Mineros, médicos, intelectuales, poetas, amigos y novias circunstanciales, población indígena. Así llegan a Machu Pichu, Ernesto expresa en su diario un sentimiento de maravilla y al mismo tiempo una consternación por la destrucción de lo que alguna vez fue una civilización avanzada. Se lee un sentimiento de pérdida y despojo, no sólo de lo que “solía ser”, sino también de lo que “hubiera sido”. Macchu Pichu lo deslumbra y la fotografía. Escribe incluso un artículo para una revista y lo acompaña con sus propias fotos. Comienza a registrar la pobreza, escribe sobre la crueldad de las empresas internacionales como la United Fruit Company y las mineras, sobre las fronteras creadas artificialmente por la conquista y sobre la realidad indígena. De ese viaje quedan algunas fotos y por suerte se conservó su diario. Sus notas van mostrando su creciente interés político, su preocupación por la desigualdad social, por la explotación, también por la arqueología y por la vida de civilizaciones antiguas. 

El viaje en su totalidad tuvo el siguiente recorrido: Buenos Aires, Miramar y Bariloche, ingresaron a Chile por el lago Todos los Santos. En Chile pasaron por Osorno, Valdivia, Temuco y Santiago, allí abandonaron la moto. Llegaron al puerto de Valparaíso desde donde viajaron como polizones en un buque carguero hasta Antofagasta. Desde allí por tierra, principalmente en camiones, visitaron la mina de cobre de Chuquicamata para dirigirse luego a la frontera con Perú, subiendo la cordillera por la provincia de Tarata, en la región de Tacna, hasta el lago Titicaca. Luego llegaron a Cusco, visitaron las ciudades incaicas del Valle Sagrado de los Incas y Machu Pichu y luego partieron hacia Abancay donde visitaron el leprosario de Huambo. El 1 de mayo de 1952 arribaron a Lima, luego siguieron a Colombia y Venezuela. 

Ernesto regresa a Buenos Aires el 31 de julio de 1952, y se recibe de médico. El 7 de julio de 1953 parte nuevamente, esta vez viaja en tren junto a Carlos Ferrer, Calica, con quien recorre Bolivia, Perú y Ecuador. Luego se traslada a Centroamérica con un nuevo compañero de viaje, Eduardo García, Gualo. Con él recorren Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y finalmente Guatemala, con el fin de conocer el proceso revolucionario liderado por el presidente Jacobo Árbenz. Este viaje lo narra en un nuevo diario que fue publicado con el título Otra vez. Allí escribe “El nombre del ladero ha cambiado, ahora Alberto se llama Calica; pero el viaje es el mismo: dos voluntades dispersas extendiéndose por América sin saber precisamente qué buscan ni cuál es el norte”. De este recorrido se conserva una fotografía que toma Ernesto a un camión donde se ve un grupo de mineros armados. “Llegaron los mineros con sus caras pétreas y sus cascos de plástico colorado que los asemejan a guerreros de otras tierras”, los describe. 

​Mineros bolivianos en armas. Mina Bolsa Negra, Junio 1953.
Fotografía: Ernesto Guevara
Archivo Centro de Estudios Che Guevara, La Habana, Cuba.

Estando en Bolivia Ernesto conoció a Gustavo Thorlichen, un fotógrafo alemán formado en Bellas Artes en Hamburgo y Leipzig que ante el ascenso del nazismo se había exiliado en la Argentina. En julio de 1953 Thorlichen se encontraba en Bolivia fotografiando una mina de estaño para el gobierno de Víctor Paz Estenssoro. Ernesto visitó una exposición suya y luego hicieron una visita al Club Andino de Chacaltaya. Fue entonces que pudo ver cómo trabajaba Thorlichen y descubrir cómo tomar fotografías de modo más profesional. 

A lo largo de sus viajes Ernesto Guevara perdió máquinas fotográficas o las tuvo que vender para poder sobrevivir pero siempre volvió a comprarse una. En abril de 1954 tuvo que vender su cámara y se lo cuenta en una carta a su madre. Pero para poder fotografiar un lugar de Guatemala compra rollos y alquila una. De su paso por ese país se conservan algunas fotografías publicadas en el libro Che fotógrafo, editado por el Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, en 2008. Es interesante el contraste que se produce al ver las fotos sacadas por él y lo que señalan sus diversas biografías que no nombran su paso por los pueblos que se ven en las fotografías. San Antonio Palopó y Chichicastenango por ejemplo. Ambos lugares son pequeños poblados indígenas y en las fotos que se conservaron se ve que Ernesto se concentró en mostrar la vida cotidiana de su gente: un retrato frontal de una mujer indígena frente a una iglesia, el mercado indígena, un hombre inclinado por el peso cargando una gran cantidad de vasijas de barro. 

​Fotos tomadas por Ernesto Guevara en Guatemala.
Recuperadas del libro Che Fotógrafo editado por el Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, 2008.

El esfuerzo humano, el trabajo y la pobreza empiezan a ser una constante en las fotos que toma. Hay una foto en la que pueden verse dos mujeres llevando enormes cántaros en la cabeza. Ernesto toma la foto de lejos para no perturbarlas. Ampliando la imagen puede verse la destreza de ambas jóvenes al llevar los cántaros. Podemos suponer que hay dignidad, valoración, humanidad y admiración en esa mirada. Sus biografías recorren su involucramiento durante el golpe de estado a Jacobo Arbenz pero no hablan de estas imágenes. Las fotos muestran lo mismo que sus cartas personales y su diario. Un compromiso político cada vez mayor con los sectores más humildes y explotados. 

En una carta enviada a su tía Beatriz el 10 de diciembre de 1953, poco antes de llegar a Guatemala escribe:

En el paso tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit, convenciéndome una vez más de lo terrible que son estos pulpos. He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas. En Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico. […] Tu sobrino, el de la salud de hierro, el estómago vacío y la luciente fe en el porvenir socialista. Chau. Chancho.

Otra foto muestra el hospital que pertenece a la United Fruit Company, promotora del golpe de Estado contra Jacobo Arbenz. Ernesto fotografía el contraste: el hospital de lujo y la pobreza y el sacrificio de mujeres indígenas. Fotografía también el puerto de San José, un hombre y una mujer conversando en una playa, muy elegantemente vestidos, mientras se ve un barco de gran porte a lo lejos. Una toma realizada desde lejos, sin ser visto, sin importunar ni pedir permiso. 

Finalmente llega a México, lugar donde permanecería más de dos años. Allí termina de delinear sus ideas políticas, se casa, tiene a su primera hija e ingresa al Movimiento 26 de Julio que dirige Fidel Castro. En México, la fotografía se transforma en un medio de vida y la realiza de forma profesional. Primero como fotógrafo de plaza y luego como reportero gráfico en los Juegos Panamericanos de 1955. Sigue también fotografiando su vida cotidiana y los lugares que visita. Grandes iglesias, la vida de los pescadores, a su primera mujer y su hijita, un viaje que realiza por el río Papaloapán. Registra también sus intentos de ascenso al volcán Popocatépetl. Con un colega mexicano comienza a sacar fotos en los parques y se arma un pequeño laboratorio donde ellos mismos revelan sus imágenes:

 “Conocimos toda la Ciudad de México, caminándola de una punta a la otra para entregar las malas fotos que sacábamos, luchamos con toda clase de clientes para convencerlos de que realmente el niñito fotografiado lucía muy lindo y que valía la pena pagar un peso mexicano por esa maravilla. Con este oficio comimos varios meses…”, escribiría años más tarde. 

«Sigo trabajando en forma discreta con las fotografías pero hay que patear en forma», anota en su diario y algunos días después escribe: «La foto no va mal. Son los tiempos de las largas jornadas al sol en las plazas mexicanas y del aprendizaje apresurado por las angustias de cada día”. (…) «De subsistencia tengo que contar en firme nada más que con la fotografía», señala y agrega «esta semana tenía unas 60 fotos que radicaban un número parecido de pesos lo que no era despreciable, pero 30 me fallaron, pues se veló un rollo».

Durante el año 1955 en México se dedica a también a recorrer y fotografíar las ruinas de Palenque, Uxmal y Chichen-Itzá, entre otras. 

​Chichen Itza, foto tomada por Ernesto Guevara en México.
Recuperada del libro Che Fotógrafo editado por el Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, 2008.

Toma imágenes de gran calidad, ensaya planos, busca ángulos nuevos, se detiene en detalles. Ese mismo año durante los Juegos Panamericanos que se realizan en México, la Agencia Latina de Noticias, creada por Perón en Argentina, lo contrata como reportero gráfico: «Conocí en la calle al jefe de la Agencia Latina, que es médico, simpatizó conmigo y me nombró corresponsal provisorio» (…) «Tengo buenas relaciones, a pesar de que me tiene calado el Dr. Pérez; de lo que trato de convencerlo, entre joda y joda, es que me mande a Costa Rica» escribió en su diario. Ernesto escribe numerosas anotaciones sobre su trabajo en la Agencia Latina: «…la primera prueba me resultó muy mala, pues me tuvieron toda la tarde de plantón esperando a unos aviadores argentinos y perdí la oportunidad de sacar fotos en el parque, por lo que el día me quedó en cero» (…) «Tengo un sueño más lindo aunque igualmente inseguro: el jefe de la Agencia Latina me ofreció un puesto en el que ganaría unos 500 mensuales por trabajar 3 veces a la semana en la confección de una síntesis periodística de los acontecimientos de México». 

El nombramiento formal en la agencia es del 31 de enero de ese año, con contrato hasta el 31 de diciembre del mismo. «Tenía el preciado cargo de redactor deportivo de la Agencia Latina —le escribió a su amiga Tita Infante—, la que funcionaba con capitales emparentados con el Tata que está en la Rosada. Mi trabajo durante los Juegos Panamericanos fue algo agotador en todo el sentido de la palabra, pues debía hacer de compilador de noticias, redactor, fotógrafo y cicerone de los periodistas que llegaban de América del Sur. Mi promedio de horas de sueño no pasó de 4 durante los Juegos, debido a que yo era también quien revelaba y copiaba las fotografías». (…)

La designación como reportero gráfico para cubrir los Juegos Panamericanos en México que se realizaron entre el 12 y el 26 de marzo de 1955 fue relevante para él. 

Juegos Panamericanos en México, marzo de 1955.
Recuperadas del libro Che Fotógrafo editado por el Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, 2008.

Rogelio García Lupo cuenta: “En un momento de verdadera bohemia y recién recibido de médico, el joven Ernesto Guevara pensó que podía ser fotógrafo profesional y hasta abrir una casa de fotografía en la ciudad de México. La Agencia Latina de Noticias fue un proyecto periodístico del primer gobierno de Perón que se canceló poco antes de su derrocamiento en 1955. Su fundación pretendió, en 1952, quebrar el monopolio de las grandes agencias de noticias de los Estados Unidos, pero en 1955 su suerte quedó atada a una recomposición de las relaciones entre Argentina y EEUU”

Fue en ese entonces cuando Ernesto en una carta a su madre le cuenta «haber conocido a Fidel Castro, el revolucionario cubano, muchacho joven, inteligente, muy seguro de sí mismo y de extraordinaria audacia. Es un acontecimiento político. Creo que simpatizamos mutuamente». En ese mismo momento estaba pensando poner su propio estudio fotográfico: «Sigo en la fotografía —le escribe también a su madre— y si la suerte me ayuda pondremos una pequeña (casa de) fotografía»

Dos años más tarde, cuando ya estaba en las montañas de Cuba volvió a referirse a aquellos trabajos de apuro y mal pagados en la Agencia Latina con el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti. Esa experiencia sería la base para crear -ya con la revolución triunfante- la agencia de noticias Prensa Latina con el objetivo de combatir la desinformación sobre lo que sucedía en la isla. 

Ernesto camino a ser el Che Guevara abandona el oficio de fotógrafo en México y se incorpora a la lucha por la revolución en Cuba. Las marcas que su vida dejó no pueden entenderse sin sus registros: diarios, testimonios, artículos, discursos, entrevistas y fotografías, las que le sacaron y las que tomó él. Ernesto antes de ser el Che demuestra en sus fotos haber sido un gran observador, sensible al esfuerzo humano y a los paisajes bellos. La fotografía le permitió mirar, acercarse, tomar distancia, seleccionar, conocer y conocerse. Estudiar sus imágenes es otra forma de acercarse a quien fue. 

Autores

  • Cora Gamarnik

    CABA
    Comunicadora social, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora. Quería ser astrónoma y terminó estudiando la historia del fotoperiodismo. Las vueltas de la vida.

  • El cartel de Suarez

    La Plata
    Ilustrador, artista plástico y gestor cultural. Posgrado en Políticas Culturales en FLACSO y Diplomatura Ciudades sostenibles (UNTREF). Diplomatura Soberanía y políticas culturales en Latinoamérica (CLACSO).

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