La pandemia profundizó una crisis de la salud mental que la antecede. El malestar de querer vivir y no saber cómo. En la frontera entre la afección individual y la descomposición comunitaria: una intimidad común. En un mundo que se derrumba, las ideaciones suicidas son una cuestión política. ¿Puede la experiencia personal cortocircuitar y alumbrar la crisis sistémica?



















